Estábamos en Agosto, pleno verano, aunque en el pueblo el ambiente empieza ya a estar más fresco.
Como si se hubieran contagiado de alguna epidemia extraña todos los pueblos celebran sus fiestas, uno detrás de otro. No todos a la vez porque quieren asegurarse la asistencia del público, unos para que sea más divertido, otros para que la iglesia esté más llena, otros por el negocio puro y duro, y los románticos por si encuentran a su definitiva pareja.
El caso es que la alegría parece flotar en el ambiente, las peñas ya has sacado sus camisetas, algunos las estrenan porque son nuevos, nuevos casi en todo, pero más que nada en la vida y tienen la urgencia de llegar cuanto antes, no pueden evitar vivir con prisa, así será su primera peña, su primera noche entera fuera, y puede que su primera y contundente borrachera.
Los más mayores sin embargo se debaten entre disfrutar de estos días y el pensar que quizá sea su última procesión, su último mirar como se ha vestido fulanita o lo estropeado que está aquel otro, vaya bajón que ha dado, con lo guapo que era a los veinte años!
Por fin llega la noche y se oyen los primeros compases en la plaza y como no son aún las 12, la hora de cenicienta, pero no la hora de irse a su casa, sino la de que se venga, los músicos tocan pasodobles, rumbas, chachachás y ritmos de esos tan antiguos.
Pero aunque falten, de momento, las cenicientas y los jóvenes príncipes, la plaza está llena. ¿Has visto? Comentan, este año sí que hay gente, mira “los del río” han venido todos, pero ¿dónde se meterán? Si puede que entre hijos, novios, maridos y niños sean más de 50 y la casa, la casa es como es, más bien pequeña. ¿Y los de la alameda? Cada año más antipáticos, ¿te das cuenta?
Y de repente entre baile y baile llega la tormenta, que inevitablemente todos los años está invitada a la verbena. Lo típico, rayos, truenos y centellas y un chaparrón que arruina peinados, maquillajes, vestidos, zapatos y en los peores casos huesos, reumas, cabezas, bronquios y tantas otras dolencias.
Y para los príncipes y principesas lo peor de todo: se arruinó la orquesta y no solo la de verdad, vamos la de los músicos de carne y hueso, sino la otra: la virtual, la enlatada, que por otro lado es la que más les gusta a ellos porque así se aseguran el escuchar lo suyo, lo más nuevo.
Pero por hoy se acabó el festejo: el último trueno o relámpago, no se sabe cuál del los dos, ha destrozado el tendido eléctrico.
De repente todo en silencio, a oscuras, todo el mundo descompuesto. Menos los que viven en la plaza, esos están contentos pues al menos esta noche van a dormir con la tranquilidad de Enero.
Asun© Agosto de 2011
Entrañable relato de nuestros pueblos, que tú con la maestría que te caracteriza nos has hecho vivir como si estuvieramos en este pueblo disfrutando de sus fiestas, sus gentes y la naturaleza.
ResponderEliminarGracias Asun por compartir cada escrito que crea tu mente privilegiada.
Besos.
Gracias Ariel, mira que cosas se te ocurren, decirme que tengo mente privilegiada, puede que si, pero aún no he descubierto para qué.
EliminarY es verdad estas fiestas son muy entrañables y nos unen a todos en nuestros pueblos.
Muchos besos.
asun es todo un placer leerte besos carlos
ResponderEliminarGracias Carlos, ya estoy de vuelta por mi casa-blog, y me alegro de veros por aquí.
EliminarSaludos.
Gran relato para gente que como yo también ha vivido y vive las fiestas en un pueblo. He estado a punto de ponerme un chubasquero para esa tormenta... Felicidades.
ResponderEliminarBesos
Luismi si algo nos une a los españoles son nuestras fiestas populares, tan típicas. Por unos días los pueblos se echan a la calle y están invitadas hasta las tormentas.
EliminarGracias por tu visita, ayer estuve también en tu blog, aunque no dejé comentario.
Besos
Y qué bonitas son las verbenas! Aunque yo hace muchos años que no piso una, pero guardo muy buen recuerdo de ellas.
ResponderEliminarTengo bailado cayendo agua a mares, jejeje.
Besos.
Pd
Madrid ciudad me encanta, las ciudades dormitorio me parecieron horribles, y el paisaje castellano tampoco me agrada mucho.
Ohma bienvenida a mi "casa", me gusta despertar recuerdos y sonrisas, estos pequeños momentos de la vida son los que hacen que merezca la pena, como esos bailes bajo la lluvia.
EliminarUn saludo y pronto te visitaré.
Graciosa tu visión del contagio de las fiestas mayores. Se acabo la fiesta pero que quieres que te diga, con este bochorno, se agradece el fresquito, quien sabe si algún romántico igual encontró lo que buscaba bajo la lluvia.
ResponderEliminarHola Rebeca, guapa, ya ves en este pueblo, que es el de mis padres, las fiestas suelen acabar pasadas por agua, pero la diversión está asegurada eso si.
ResponderEliminarBesos.
Me encantan las fiestas de los pueblos... He estado en varias que me dejaron un muy buen sabor de boca.
ResponderEliminarMuy bueno tu post
Gracias Eva y bienvenida, es algo entrañable recordar estas fiestas que hemos vivido todos alguna vez.
ResponderEliminarUn beso, e iré a conocer tu blog pronto.
Marta espero que hayas encontrado ya una buena pareja, porque bailar es de lo mejor que se puede hacer. Yo por desgracia no lo hago muy bien, pero lo tengo como asignatura pendiente.
ResponderEliminarBesos