Crónica de un rescate anunciado.
Yo no soy economista. Soy ciudadana de a
pie, pero en cierto modo también soy economista, ya que dirijo (gestiono) mi
casa.
Que nos iban a “rescatar” y que nuestra
gestión económica era un fracaso, lo sabía yo hace meses.
Porque hace meses que los españoles nos estamos
rescatando unos a otros:
-Pensionistas que rescatan a sus
hijos, que desempleados, mantienen a sus familias con la ayuda de la pensión de
jubilación.
-Padres que ven como sus hijos
regresan a casa después de una corta falacia de emancipación y vuelven con el
fracaso de su proyecto personal de vida a sus espaldas.
-Jóvenes que a pesar de todo
estudian en las universidades, sabiendo que tendrán que vivir lejos de su país
si quieren ver el fruto de su esfuerzo.
-Hermanos que se rescatan unos a otros.
En mi caso, hace meses que estoy “al
rescate” de alguien de la familia. Tocó fondo, y hubo que tomar una decisión
rápida y eficaz, como en nuestra querida España.
Y como en España, su fracaso fue
la crónica de una caída anunciada, porque el secreto de una buena gestión
económica pasa por no gastar más de lo que se ingresa, y anticiparse a
acontecimientos futuros imprevistos, por medio de previsiones dotadas de
contenido (económico).
Y como en España, mi rescatado
vivió por encima de sus posibilidades, no supo administrar sus recursos, y
apostó mal, poniendo en peligro todo su patrimonio y arrastrando a los que
dependían de él, su familia. Luego explicó eso sí, que todo fue fruto de las
circunstancias que le rodeaban, pero esas mismas circunstancias me rodeaban a mí
y yo soy la rescatadora.
Por eso sabía yo que nos tendrían
que intervenir.
La diferencia es que mi rescatado
no está siendo humillado, utilizado, ni despojado de su dignidad y soberanía
por mí. Y por descontado no tendrá que devolver lo dado, ni con intereses, ni
sin intereses, pues a mi rescate se le llama solidaridad.
Y
el de mi querida España, no sé qué nombre tendrá, pues como dije al principio,
yo no soy economista.
Asun® 10 de junio de 2012