“Mucho me temo que vienen a rescatarme”
pensó el señor Paco. No le había servido de nada cambiar de sitio sus cartones
y escasas pertenencias. Aquella mocosa de mirada de ángel, manos suaves y patas
flacas como las de una cigüeña, le había vuelto a descubrir.
— Hola grandullón, te vamos a llevar a
un sitio muy guay, que hace un frío de narices.
— ¡Quita niña! No fastidies.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgYCXwg3yHWrv1YKC9-SKIXiFICcngjb68V1idSX0PZYn8pYQ9urmkxOuwQw-yc1s57iOiSfZOchW-9Aci02GvD62KOJPXdd7r1fwrI7LI6Awy2Key7E-hOtrFltIalWk7-5-a2SkEfzdI/s1600/7731670-retrato-urbano-de-una-chica-descalza-con-tacones-altos-junto-a-ella.jpg)
— ¿Pero qué haces?
— Venga tío ¿echamos unas cartas?
Tenemos toda la noche por delante.
Asun©30 de mayo de 2014
(imagen de la red)