Hablemos de música. Yo no puedo decir que tenga oído musical, no sabría distinguir si lo escuchado es un do, o un re, y me perdería entre bemoles, palabrita que francamente me trae a la cabeza otras imágenes (no precisamente musicales). Voz, no tengo, o mejor dicho lo que no tengo es entonación, vamos que si canto o tarareo algo es mejor que no haya nadie a mi alrededor.
Tampoco se interpretar un pentagrama, a duras penas aprendí su significado en los años de instituto.
Pero me resulta encantador ver el baile de redondas, blancas o negras por encima o por debajo de las cinco líneas que lo componen.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW8BJTz07tssOGb0sEjZKEKLWOP2GkvcWG87s66T2cUHS2ck5iEsMeRaVeyMXxP9PLwZuMsqtkNU4oyX2sY-QFkXYQyiiVr3SV05bJxEseO5VScvMaLYBGVjWLXuDzzN3ObKa0Ue5hWi0/s1600/fusas.jpg)
Estas figuras, las negras, son por fuerza coquetas, y a veces se adornan con una o varias cintas, cuyas puntas ondean por el soplo de algún viento que solo ven y sienten ellas. Se convierten así en corcheas o fusas. También bailan entre todas ellas unos alegres silencios, diferentes en duración y forma, según a quien acompañen.
En fin a pesar de mi ignorancia musical, lo cierto es que disfruto y vivo la música con gran pasión.
Me emociona. Me traspasa, y me transporta.
Me hace viajar más rápido que los aviones, barcos o trenes. Río, lloro, cambio de humor y es la mejor compañera de tardes de paseo. Me aligera los trabajos pesados, y me trae a la memoria los días felices. Y los más tristes también. Porque todos los acontecimientos de mi vida van asociados a ella, a músicas y canciones.
En ese baúl imaginario donde voy guardando todo lo importante de mi vida, estas músicas y canciones son el terciopelo que forra sus paredes y suelo.
De modo que cual caja de música, suenan siempre que con motivo o sin él, lo abro para hacer inventario de mis tesoros.
§§§§§
Asun©27 de septiembre de 2013