Conocía todos los lugares y sabía
de sus costumbres. Adoraba los atardeceres y anhelaba la salida del sol.
El frío de las montañas la hacía sentirse
viva, y resoplar con el calor del fogoso sur, le traía maravillosos momentos de
risas despreocupadas. Siempre acompañada por él, de su mano podría ir a
cualquier sitio.
Por eso hoy, cuando por fin iba a poder abandonar su mundo de médicos y hospitales, no lo dudó y juntos se fueron a descubrir todos esos mundos que antes solo habían existido en su imaginación.
Asun©17 de septiembre de 2013