A veces, como me aburro tanto me invento
historias. Historias que me cuento a mí misma, en mi cabeza. Si pudiera se las
contaría a los demás, pero como me conocen sabrían que son mentira y no
comprenderían por qué siento que falta alguien a mi lado.
Y es que todo lo que imagino me pasa
junto a mi hermana “imaginaria" gemela. Y todo el mundo sabe que soy hija
única y por tanto no tengo hermanos ni hermanas, y menos aún una gemela.
Y eso es lo que más me gustaría, tenerla a mi lado.
Aunque
hay días que se levanta, ella, la imaginaria, mi hermanita querida, que no hay
quien la aguante. Nada más ver cómo le da vueltas con la cuchara al café que
nos tomamos antes de irnos a trabajar de pie en la cocina, ya sé que es mejor no
hablar con ella hasta que lleguemos por lo menos al metro. Luego ya es otra
cosa, siempre que haya sitio para sentarse que si no tampoco se le puede
dirigir la palabra todavía.
Pero, aparte estos malos despertares, tiene unos detalles que hacen que la
quieras... Por ejemplo, siempre se acuerda de lo que le comento, a veces ni yo
misma recuerdo habérselo dicho. Y siempre sabe lo que me apetece, o si de
repente tengo frío y me trae lo que quiero o me hecha por encima de los hombros
la chaqueta.
Es un cielo, lo peor que tiene es que en realidad no existe, pero de eso ella
tampoco tiene la culpa.
Hoy debe estar muy enfadada, porque no la he visto (imaginado) como todos los
días en la cocina tomando el café. Se ha debido de ir sin esperarme.
Bueno, ya está bien, vais a pensar que estoy loca, ya sé que no existe, pero es
que hoy más que nunca tengo la sensación
de estar sola, y necesitarla.
Ya estoy en el metro, mira que suerte hay un sitio, voy un poquito rápido
para cogerlo y vaya me choco con otra chica, y esta es de carne y hueso, ¡Ay!
que burrita, me ha pisado y todo, ¡si que tiene ganas de sentarse!
Pero, pero, pero... ¡Ay cuando me mira!
Si tiene mi misma cara, si no hay duda parecemos la misma...
Asun.® Junio
de 2011