Ella
El sol estaba claro, y con el cielo más despejado que los días anteriores, empezaba a calentar y derretir la nieve. Todos se pusieron en marcha, ella no sabía por qué lo hacían, pero cada día al amanecer, con los primeros rayos de sol, comenzaban su peregrinaje a ningún lugar.
Apenas se comunicaban entre ellos. Pero ella observaba a todos. Y lo observaba todo, por eso se quedaba rezagada, mientras un gruñido la apremiaba a seguirles.
Un temblor recorrió el hielo bajo sus pies. Se abrieron grietas, algunas tan grandes y profundas que se la hubieran tragado sin que quedara rastro y nadie hubiera hecho nada por impedirlo.
Sin darse cuenta en un instante apareció ante ella, mientras los rítmicos temblores del suelo correspondientes a cada una de sus pisadas, habían cesado.
Y fascinada por su tamaño, su pelaje, sus retorcidos colmillos y aquella enorme trompa, apenas tuvo tiempo de esquivar la magnífica masa en movimiento que era el mamut.
Asun 16 de marzo de 2012