**Continúación del relato, "Tranqula, estará bien (África)
Desde que habían vuelto de África estaban
intentando retomar sus rutinas. Ella iba a trabajar, desayunaba con sus
compañeros, comía rápidamente, se obligaba a ir al gimnasio, hacía la compra
apresurada y procuraba llegar a casa agotada. Solo disfrutaba un poco con la
ducha, dejando correr el agua por su rostro y sintiéndose limpia al menos unos
minutos. Porque todo lo que hasta ahora llenaba sus días y le daba la cálida
sensación de seguridad, le parecía vacío, innecesario, carente de sentido y
sobre todo imperdonablemente superficial y derrochador.
En medio de esta desazón, mezcla
de miedo e impotencia, solo veía unos ojos. Los de la niña. Su niña.
Todo lo
que le importaba en el mundo se había reducido a esa personita. Aún siendo
consciente de que probablemente nunca la volvería a ver, no podía aceptarlo, no
quería resignarse a no saber nada, nunca, de ella.
Las mismas sensaciones, aunque se negara a
admitirlo, tenía él. África, atardeceres rojos y amaneceres limpios que
poblaban sus sueños, hasta desembocar en una repetitiva pesadilla. Los más
dulces ojos negros de la niña más dulce, se quemaban en el rojo del cielo
africano.
El viaje les había abierto una puerta a
otro mundo, otra realidad paralela a la suya, pero mucho más difícil y dura. Al
atravesar esa puerta no hubo retorno ni
tranquilidad. No podían estar viviendo una vida tan regalada mientras otros
seres tan humanos como ellos, carecían de todo y lo peor, sin tener conciencia
de ello.
Sin embargo el viaje también supuso algo
bueno en sus vidas. Había hecho que se volvieran inseparables, ya lo eran
antes, pero ahora tenían la seguridad de que estaban unidos por algo muy
fuerte, algo que se componía de amistad, respeto, entrega, alegría, y a veces
dolor. Desde que volvieron parecían ser una misma persona, no necesitaban más
que una mirada para saber lo que sentían. Haber vivido una situación tan límite
les había hecho conocer el significado del más mínimo gesto, no solo de su
rostro, sino de su cuerpo.
Se volvió para coger las llaves antes de
salir hacia el trabajo y para hacer el gesto de despedida que dedicaba a Juan y
que consistía en sacarle la lengua en un cariñoso gesto de burla. Pero no tuvo
oportunidad de hacerlo, pues el teléfono sonaba insistentemente, y su chillón
sonido resultaba extraño a esas horas.
Ya tenía la puerta de la calle abierta y
estaba a punto de salir, cuando se paró en seco al oír “Si, soy yo, si estuve
en Ruanda, en Kigali, si, ¿quién?
Cerró de nuevo la puerta y volvió
al salón, Juan hizo un gesto con la mano conteniéndola, pidiéndole calma,
mientras seguía callado y a la escucha. De repente le apremió a buscar un papel
y algo para escribir, anotó un nombre y un teléfono de contacto. Luego sin
mediar palabra colgó y se dejó caer en el sillón. Estaba totalmente en estado
de shock, cada vez más pálido.
- ¿Quién era?, ¿llamaban de
África?, ¿Qué querían?, ¡vamos dímelo!
- Si, era, bueno…, Marc Cottage,
o algo así le he entendido, me llamaba desde Kigali, y me ha dado su número.
- Ya veo, pero quién es?, que
quieren?
- Por lo que me ha dicho debe ser
el que nos recogió en la carretera y nos
llevó hasta aquel poblado, el de la ONG, me ha dicho que le llame luego, no sé
qué quiere, y francamente no sé ni cómo puede tener nuestro teléfono.
- Y qué hacemos?, le volvemos a
llamar, pero te habrá dicho algo de porque te llama, es… por la niña?
- No lo sé, me ha dicho que le
llame luego, a la una. Mira se te ha hecho muy tarde, es mejor que te vayas, y
yo también- se había levantado mientras hablaba, y había recobrado el color y
con él el ánimo. Buscó la funda de su portátil, y cogió la cazadora, empujando
a su novia hacia la puerta del piso.
- Bueno, pero llámame en cuanto
sepas algo. Y por favor ten mucho cuidado, no sé que pueden querer de nosotros.
- Ya, no te preocupes, haré la
llamada y después te lo contaré todo. Tranquila, no será nada, quizá quiera que
le ayudemos, no era de una ONG?
Sonrió mientras le daba un beso
suave en los labios y un pequeño tirón de pelo.
A la una en punto, Luz miró el
reloj, esperó unos eternos 15 minutos y con el móvil en sus manos, temblando,
dudaba en hacer una llamada a Juan. Finalmente se decidió a esperar, era él el
que debía llamarla cuando tuviera alguna noticia.
El teléfono se le resbaló sin
querer, los nervios, pero por fin respondía a la llamada. Juan le dijo que
cuando saliera del trabajo fuera directamente a casa. No quiso contarle nada
más.
A las 5 y media, Luz entraba sin
aliento en su pequeño piso. Juan estaba allí, sentado frente al ordenador, y
tomando notas. La miró muy serio, pero a la vez excitado, con esa mezcla de
alegría y preocupación, esa expectación que solía preceder a la partida a
alguno de sus viajes. Pero esto no podía ser, no habían vuelto a viajar desde
su viaje a África.
- Bueno qué?
- Te preparo un té mientras te
cambias, tengo mucho que contarte. Ha sido un día muy largo, y hay muchas
novedades.
Luz no protestó, sabía que era
mejor no atropellarse, y un té le vendría estupendamente. Estaba segura de que
todo tenía que ver con la niña.
Así era todo tenía que ver con la
niña, pero jamás se habría atrevido a imaginar, ni en el más optimista de sus
sueños, lo que Juan le estaba contando.
- Marc Cotagge consiguió nuestro
teléfono y dirección a través del comisario de Ruanda, aquél al que entregamos
la niña. Por lo visto, Marc no quiso perder la pista de ella, porque allí la
vida tiene muy poco valor, y menos la de bebés que no tienen ningún futuro.
Pero según me ha dicho su labor allí pasa por socorrer a cualquier persona con
la que tengan contacto. Y en este caso esta niña tuvo la suerte de cruzarse en
su camino.
Siguió dando cuenta de la conversación y a la vez conteniendo con
gestos a Luz que quería replicar airadamente a determinados pasajes del relato.
Hasta que quedó muda ante el
cariz de los acontecimientos.
Marc se había hecho con la niña,
con la excusa de llevarla él mismo, a los Servicios Sociales, tal y como les
dijeron a ellos. Pero estos Servicios Sociales no eran lo que su nombre
anunciaba, al menos en lo relativo a la infancia. Allí los niños eran tratados
según edades, y la clasificación consistía en si tenían edad para empezar su
carrera de soldado, niños soldados concretamente.
Así Marc no entregó a la niña, la
llevó con él a la sección de bebés. Allí era más sencillo rescatarla de un
futuro incierto, o mejor de ningún futuro.
Tan sencillo como hacer una
mínima puja, mínima porque pudo convencerles de que la niña estaba enferma, y
no valdría ni para trabajar. Entonces se la dieron, no querían perder el
tiempo, ni los recursos alimentando a quien no le serviría para nada.
El final de la historia parecía
sencillo comparado con todo lo anterior. Marc, volvía a Europa, el día 1 de
julio llegaría a Bruselas.
- Y ahora viene lo mejor, llega a
Bruselas, y no viene solo.
Luz abrió los ojos aún más, si es
que esto era posible. Y enarcó las cejas en gesto interrogativo.
- Si, viene con la niña.
La muchacha se cubrió la cara con
sus manos, en un gesto alegre, pero que en seguida se tornó preocupado.
- Y porque nos ha llamado para contárnoslo?
- Cariño, esto parece un sueño,
un descalabrado sueño. Al parecer nos quiere entregar la niña, dice que
nosotros la queríamos, y que somos lo único que tiene.
- Pero… cómo, cómo…- no acertaba
a concluir la frase, Luz tartamudeaba, y sin saberlo estaba llorando. Juan se
había acercado a ella y la abrazaba. Tampoco sabía qué hacer, pero estaba
seguro de que el día 1 de julio estarían en Bruselas.
Hola Asun, en tu relato reflejas muy bien lo que le sucede a mucha gente que va a Africa a conocer a su apadrinado y se encuentra con esos ojos como los de tu niño y no puede dejar de pensar en ellos hasta que logra que formen parte de su vida.
ResponderEliminarPor cierto si quieres leer mi primer libro lo puedes descargar de forma gratuita entrando en mi blog y buscando la entrada " mi primer libro los amores perdidos " pinchas en el enlace y vas a bubok donde puedes descargalo. Esta en formato de libro electronico si quieres te lo puedo facilitar en formato de documento de word.
un abrazo desde Vigo.
Puri
Pues genial, seguro que lo leo, tengo que decirte que últimamente casi leo solamente a amigos que he conocido compartiendo relatos cortos, y que como tu han publicado algún libro. De echo en la otra pestaña de este blog puedes encontrar alguno de los autores y libros de los que te hablo.
EliminarEn este relato de Africa no se trata de una niña apadrinada, en la primera parte narro como se encuentran con la niña.
Felicidades por ser ya una autora con libro publicado, eso es un verdadero sueño hecho realidad.
Enhorabuena.
Solo quiero que sepas que la vida es así de dura. Quiero tambien transmitirte que cada día lo haces mejor.
ResponderEliminarDesde mi Galícia al borde de esta mar inmensa mi cariño.
Querido Tigu, muchas gracias, ya se que te mueve el cariño, pero a mi me das mucho ánimo y mucha alegría con tus comentarios. Y supongo que como en todo, en la escritura la práctica también es importante.
EliminarYa me gustaría tener el mar a golpe de ventana, pero de momento veo asfalto y coches.
Besos
Nos traes una historia terrible, Asun. Tiene un final feliz, pero deja un sabor amargo -y me quedo muy corto- porque, sí, una niña se salva, pero, ¿cuántos quedan condenados a una infancia atroz? Hay cosas que a poco que se piensen, hacen hervir la sangre; y por partida doble: Por la ira que generan y la impotencia que se siente.
ResponderEliminarPero una niña se ha salvado, y no será la única.
Un abrazo.
Esteban hace tiempo se me ocurrió escribir una serie de relatos ambientados en cada uno de los cinco continentes, y este es el correspondiente a Áfrrica, transcurre allí y como telón de fondo el genocidio de Ruanda en un lugar llamado Gitarama.
EliminarCómo me informé un poco para escribirlo, conocí esa realidad que ha pasado desapercibida para la mayoría de nosotros.
Un beso, Esteban
Logras dejar ese amargo sabor de boca, o lo que es igual, llegas Asun.
ResponderEliminarMe ha gustado, me ha hecho sentir.
Es una historia agridulce, no sé si podría ser real, pero lo cierto es que en ciertos lugares de África la vida y en especial la de los niños, vale muy poco.
EliminarUn beso mi querido Buitrago.
Hay niños que, aunque tarde, comienzan a vivir en paz, y hay familias de adopción o acogida que, tras muchas e interminables gestiones, ayudan a sacar a seres inocentes de las garras de la ira. ¡Qué pena dan los que no se salvan!
ResponderEliminarUn beso
Juan M
Así es, lo injusto es que por nacer en determinado sitio se tenga una vida regalada, o una complicadísima.
EliminarBesitos
Esta historia hay que beberla a sorbitos y dejar pasar el amargor que entre suavemente.
ResponderEliminarUn texto delicado y duro.
Unos besos dulces.
Gabriel, es una historia dura, pero no pretende ser triste, solo ver que hay otras realidades mucho mas difíciles que la que nosotros vemos en "nuestro mundo", a pesar de que también tenemos dificultades, qué te voy a contar a ti!!
EliminarUn beso, en este verano que va pasando poco a poco.
Vengo de la mano de José el viejo aprendíz, sentí curiosidad y me pase a conocerte.
ResponderEliminarDescribes una mínima parte de las realidades que nos acompañan pero me gustó que también describas que aún quedan personas dispuestas a todo.
Me gustó tu relato, me gusta tu página y con tu permiso me quedo, porque eres sencilla y amable, y tu escritura también lo es,
Besos muchos ♥♥♥
Estupendo, te puedes quedar y leer cuanto quieras. Mis relatos cuentan realidades, siempre desde el optimismo, aún cuando a veces traten temas demasiado duros.
EliminarUn abrazo.
“No podían estar viviendo una vida tan regalada mientras otros seres tan humanos como ellos, carecían de todo y lo peor, sin tener conciencia de ello”
ResponderEliminarPara mí, este párrafo define y es reflejo de la cruda realidad de otro mundo, y lo peor es que este “mundo” si tiene conciencia de ello.
Interesante relato, amiga Asun.
Un abrazo.
Si te ha gustado te invito a leer la primera parte, está en este mismo blog, te repito el enlace. En ella cuento la historia de la niña, como la encuentran.
EliminarAsí es vivimos una realidad tan superficial, que es intolerable permitir que otros no tengan acceso a nada.
Te dejo de nuevo el enlace.
http://tbtasuncion.blogspot.com.es/2012_08_28_archive.html
Besos
Asun, gracias por este relato tan enternecedor y con un final tan bonito despues de lo que pasaron y del futuro incierto y no muy alentador que le esperaba a la niña en su pais.
ResponderEliminarGracias de nuevo y me voy a tu otro blog a leer un poco mas y a disfrutar.
Besos muy grandes
Mi querido solete Ariel, gracias mil a ti por leerme.
EliminarAhora estaré un poco desconectada, ya se sabe periódo vacacional. A ver si me termino de recuperar del todo.
De todas formas al menos una vez a la semana procuraré ir a la biblioteca y desde allí conectarme.
Un beso.
Me encantó tu relato en dos partes, querida Asun. La amplitud te ha permitido desarrollar muy bien la historia que, por cierto, es muy movilizante. Un gusto leerte, amiga
ResponderEliminarYadira es un una alegría verte por mis relatos, y además me alegro de que me animes a seguir.
EliminarBesos
Marta tu comentario es más que un halago, espero seguir así en esta línea, y espero también tus consejos, lo que se te ocurra para mejorar, yo lo haré.
ResponderEliminarBesos
Asun, veo que al final te decidiste a escribir esta segunda parte de "Africa", me ha gustado mucho como has desarrollado la trama y ese tierno final.
ResponderEliminarUn besazo!!!
Hola guapísima Enigma, lo escribí a continuación del primero, pero lo he acabado ahora.
EliminarEs un relato que me gusta mucho, ya sabes aunque en todos pongamos el mismo cariño e interés, algunos nos llenan mas.
Besos desde mi retiro veraniego.
Gracias Marta, estoy desconectada, pero vengo de vez en cuando a la biblio a echar un vistazo.
ResponderEliminarBeso