
Interrogó al barbero, responsable de tanta mella. Por descontado no tenía ni un diente, curioso le preguntó su edad. Silencio. 104. ¿cómo? Miró a su alrededor, en un mortero había un polvillo blanco, con un diente entre medias.
Seguidamente entrevistó al alcalde, al párroco, al médico. Ninguno conservaba apéndices dentículos, pero eran centenarios. Ató cabos.
Volvió junto a la boticaria, se había prendado de ella irremediablemente y… le hizo una proposición: compartir sus vidas, sin un solo canino, pero por toda la eternidad.
Asun©14 de octubre de 2016
Coordinado y bello como siempre, Asun, un abrazo
ResponderEliminarHola mi querido amigo, estoy in pico alejada de la escritura. Pero no del todo. Besos
EliminarComo me gusta quedarme sentado escuchando la cancion que suena... Y leerte.Que importan los caninos teniendo tanto por delante. Oye donde es esa localidad para ir....
ResponderEliminarSiii, ante ina eternidad de amor qué importa perder algún diente. Un abrazo
Eliminary me tiene atrapado la cancion... perdon
ResponderEliminarMe alegro de que te guste. Besos
EliminarLa vida eterna a buen precio. Un abrazo a ti y un aplauso a tu arte
ResponderEliminarGracias Ester. Un gran beso para ti
Eliminar