¿Dónde se ha metido la dichosa calle? Se
supone que debería estar aquí, la tercera dejando la fuente a la espalda.
¿Santa Teresa?, yo busco la calle de San Juan Bautista, y
en este barrio todas las calles tienen
nombre de santos. Volveré a subir a la fuente de la glorieta, y haré de nuevo
el recorrido.
¡Qué calor!, caminar tan deprisa me está
agobiando, me estorba el abrigo, será mejor que me lo quite.
A ver primera calle: Santo Tomás, muy
bien, 2ª calle: San Mateo, y ahora tiene que venir la mía, tercera calle:
“Santa Teresa”, pero ¡cómo! Otra vez, ayer mismo aquí estaba San Juan Bautista.
¡Qué calor! ¿Y los zapatos? Ya sabía yo
que los tacones me iban a pasar factura. Pero el primer día de trabajo es lo
que tiene, hay que ir vestida para la ocasión.
Menos mal que he salido con tiempo, pero
si la maldita calle no aparece, ya veo que llego tarde.
Y
ahora ¿por qué me mira todo el mundo? No sé, a saber qué cara llevo, no me
tenía que haber maquillado tanto, pero la impresión, la primera impresión es
tan importante… Un espejo, Dios, necesito mirarme al espejo…Ese escaparate, me
miraré en él.
Pero ¿y la calle?, voy a preguntar… ¡Hay! Este
coche, que poco le ha faltado para atropellarme y encima no para de pitar y pitar…parece una
alarma…
¿Mi móvil?, la alarma, las 6… claro… puse
la alarma a las 6 de la mañana, es mi
primer día en el nuevo trabajo.