Como un bigote a lo antiguo, debajo de
la nariz, por más que me esfuerce es lo
único que recuerdo de él. Yo iba como siempre con paso acelerado, no sé andar
de otra manera, di la vuelta a la esquina y chocamos.
Fue como chocar con un
muro y el buen señor no hizo ademán de ayudarme, ni pedir disculpas. Cuando
recuperé el equilibrio ya había desaparecido.
Solo quedaba esto en medio de la acera. Aquí
se lo dejo señor comisario, tenga cuidado no le dé la vuelta a la chistera, que
ya tiene por lo menos 25 conejos saltando en la sala de espera.
Asun©11/09/14