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viernes, 7 de junio de 2013

Caperucita roja en el metro.

     De nuevo tenía a caperucita delante de él, en el metro, y como siempre envuelta en su abrigo rojo. Hacía calor, la primavera estaba a la vuelta de la esquina, y ella tuvo que quitarse el abrigo, lo que vino a hacerle pensar que ya no iba a parecer caperucita roja, si dejaba de usarlo.

     Habían pasado tres meses, hacía calor, y de nuevo en el vestíbulo del metro estaba ella.

     Corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a su lado. Caperucita sollozaba, tambaleándose. Casi sin detenerse le pasó un brazo por los hombros y la consoló, para en seguida seguir su loca carrera.
     Por fin le alcanzó, y sin reconocerse a sí mismo, le arrebató el bolso. Le costó un fuerte forcejeo, el carterista tenía manos duras como garras, y la destreza y fuerza de un lobo joven, pero él tenía determinación y valor, como un leñador fuerte del bosque.

     Cuando volvió junto a la muchacha, se lo devolvió tiernamente, mientras ella alisaba nerviosa, su brillante vestido rojo.




Asun© 16 de abril de 2013