mi música

Algo sobre mi

Algo sobre mi:

En lo que yo soy ahora han influido tanto las circunstancias de mi vida, como las personas que han desfilado por ella.


Entre las personas, los primeros mis padres. Mi padre, que por desgracia ya no vive, es la persona más honrada, justa y responsable que he conocido. Parece un tópico, sobre todo porque ya no esta, pero es la realidad, jamás le vi apartarse de lo que era correcto y repito honrado.

Mi madre, pues parecida a mi padre, una persona íntegra y con infinito espíritu de sacrificio hacia los demás y una sensatez y sensibilidad que hace que sea imprescindible pilar de la familia.

Mis hermanos, cuatro, todos chicos, bueno como es normal tenemos nuestros mas y nuestros menos, pero en general nunca llegó la sangre al río y sé que detrás de mi están todos, los cuatro para recogerme si caigo. Y lo mismo para cada uno, siempre estamos, incluso antes de que se nos llame.

Y una tía que es casi mi segunda madre.

Y después mis amigas, las que conservo desde que tenía 11 meses (si, meses) que fue cuando llegamos al barrio de Madrid, allá por los años... me cuesta decir mi edad, no es que me sienta mayor, pero si digo la edad lo voy a parecer.

Y ya solo quedaría nombrar el resto de personas que he ido conociendo y que casi todas han sido buenas y han dejado una imborrable huella dentro de mi. (las menos buenas también dejaron huella, por desgracia)

Me queda por mencionar a mi propia familia, quiero decir la que creé yo misma junto a mi marido, y se compone, de momento de él y mis dos hijos. Digo de momento porque ellos están ya en edad de empezar a vivir su propia vida,el mayor hace tiempo que la comparte con alguien, aunque todavía vive en casa con nosotros y la pequeña ya tiene también un proyecto (y que pena me da que se hagan tan mayores). Pero todo forma parte de un ciclo, que es el de nuestra existencia.

Y a esto añadiremos lo que tengo propiamente mío, que algo habrá también, aunque soy bastante simple e influenciable, con lo cual me acoplo a casi todas las situaciones y no me ha ido mal de esta manera.

Si habéis aguantado este pequeño tostón y os quedan ganas podéis leer algo de lo que escribo, que es como yo sencillo y simple.

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domingo, 2 de diciembre de 2012

Haciendo el payaso.


     
El tren aminoraba su marcha, las vías se estrechaban cada vez más, para terminar en un gélido anden. Sonrió, por un momento, pero se contuvo al ver el semblante serio de su padre, y los ojos de su madre, siempre chispeantes y llenos de vida, hoy nublados como el día.

Su padre se equivocaba, pero aunque se equivocaba, tenía razón.

    Se equivocaba al decir que ella no podría imaginar el dolor que sintió su madre cuando supo que estaba todo el día en el hospital, suponiéndola enferma. Tan gravemente enferma, como para abandonar sus estudios en la universidad. Tan fatalmente enferma que no había sabido como contárselo a ellos, sus padres.

    Y tenía razón, al tacharla de inconsciente, de egoísta, de irresponsable y de todos los demás adjetivos que su desahogo hacía brotar desde el fondo du su corazón.
Seguían en el andén, clavados en el frío granito, helado en aquella mañana de diciembre. La maleta a su lado, y su madre enfrente, con sus preciosos ojos claros navegando en un mar que luchaba por salir. Ahora la pregunta que le martilleaba en su mente no era ya la de ¿Cómo se lo voy a contar?, sino ¿Cómo he podido no habérselo contado?
    Y mientras, en el aire flotaba el eco de las últimas palabras de su padre:

- Tu madre y yo pensando que te morías y tú haciendo el payaso en el hospital…

Otra vez se equivocaba, hacía el payaso, si, pero no era solo eso.

Hacía algo maravilloso, hacía reír a unos niños que necesitaban esas risas tanto como los raros compuestos que viajaban por sus venas.
El día que acompañó a su medio novio, a la planta infantil, y vio tanta alegría en niños que a su modo de ver no tenían nada de lo que alegrarse, recibió la clase más magistral de las que nunca recibiría en las aulas universitarias. Y se hizo asidua, hasta que sin darse cuenta pasaba cada vez más horas allí. 



Asun® 2 de diciembre de 2012




lunes, 19 de noviembre de 2012

Para mi dulce Ángela


Yo, que me gusta coser tanto,
hoy no encuentro ni el hilo, ni los colores,
ni el bordado,
que cerrara el agujero, por el que se escapa tu llanto.

Yo, que gusto de tejer abrigadas prendas,
hoy no sé cuál podría hacer,
para calentar,
tanto frío, como tu alma encierra.

Yo, que quiero escribir tan bonitas letras,
hoy no encuentro las palabras,
para este poema,
aquellas que acompañaran tu tristeza.

Yo, que ni fuerza tengo,
quisiera ser hoy,
con un suave beso,
tu mágica muleta.




Asun® 19 de noviembre de 2012

jueves, 15 de noviembre de 2012

El nuevo juego de María


  María estaba en el sillón jugando a vestir a sus muñecas. Se trataba de muñecas de papel, primero las había recortado y luego con mucho cuidado había recortado también sus vestidos, teniendo en cuenta no estropear esas dos pestañitas que sobresalían en todos ellos y servían para doblarse por los hombros y cintura de la silueta de modo que se sujetara y produjera la sensación de haber cambiado de ropa.



     Pero aunque este juego le gustaba muchísimo, y además hacía sus propios vestidos y conjuntos para toda ocasión imaginable (su muñeca tenía un equipo de tenis, un vestido para el cole, uno de domingo, pantalones largos, pantalones cortos, camisones o pijamas, equipación para esquiar, jerséis, gorros de lana y bufandas a juego, abrigo…) hoy decidió que ya no jugaría mas con sus recortables.

     En su lugar corrió a la cocina y le dijo a su madre que necesitaba un bolso.

    Teniendo en cuenta que María tenía 6 años, a su madre le impresionó la petición. Pero le hizo gracia su insistencia y buscó uno de ella misma en el armario.

     María lo cogió encantada y se fue de nuevo al sillón y con el bolso a su lado ocupando el cojín siguiente, comenzó a simular que conducía.

     Su madre que no salía de su asombro, pues como era natural en los años 60, ellos no tenían ni siquiera coche,  y le parecía un tanto insólito que su niña dejara de lado a sus muñecas para hacer algo propio de un muchacho.

     Le preguntó a qué estaba jugando, y ella dijo:

- No estoy jugando mamá, ya soy mayor, y voy conduciendo mi coche, que tengo que llegar pronto a mi trabajo en la oficina.





Asun ®15 de noviembre de 2012

martes, 13 de noviembre de 2012

Mi columna: Víspera de una Huelga General: España, 13 de noviembre.


España, muestra España, tan querida, y tan maltratada. Maltratada por nosotros mismos, como las mujeres que mueren a manos de sus amantes maridos, novios o amigos, pero nadie se lo explica, porque eran modelos de amor y devoción hacia ellas.
Así, igual, se desangra nuestra España. La adoran, se sacrifican por ella, pero la realidad es que nos engañan, nos humillan, nos roban, y desmantelan lo que tanto nos ha costado conseguir: ese poquito de bienestar social, esa poquita de justicia social.

Por eso, mañana hay una huelga convocada, una huelga general, que quizá no nos podamos permitir, ni individualmente, porque los que trabajamos perderemos el sueldo del día. Y los parados, intentarán paralizar el país, con todo su derecho  a ser escuchados, y con su carga de indignación, que ya rebosa los corazones.
Por eso, algunos haremos la huelga, por lo bueno que tenemos y no queremos perder: el sistema público de salud, la educación pública, por el empleo de nuestros jóvenes, y de aquellos que ya no lo son, pero no son viejos, por nuestros mayores y su merecida jubilación, o por las familias de todo tipo, que tienen derecho a vivir dignamente y en paz.

Por esto y con el desencanto de que no sirva para nada, porque a diario vemos como no existe la justicia, cómo nadie es responsable de sus actos, cómo el esfuerzo y la preparación no tienen ninguna recompensa, y sin embargo se premia la ineptitud y hasta la ilegalidad.

Aún así, y con una expresión muy española: “por vergüenza torera”, yo haré huelga.


martes, 6 de noviembre de 2012

El llanto


El pequeño haz de luz que se colaba por la rendija de la puerta, deslumbraba más que nunca el interior del sótano.
Aunque alumbraba el mismo trocito de pared de siempre, hoy no era el mismo, era un inmenso rectángulo vacío.
Y el vacío era tan grande, que por primera vez deseó ser otra cosa distinta a lo que era. Ya no quería ser la orgullosa copia de un cuadro. Pintado por no se sabe quién, y no se sabe cuándo, ni dónde.
Ahora hubiera querido tener ojos, para cerrarlos y no ver ese lugar donde antes descansaba, tranquila y feliz, su compañera. Esa otra copia. Su preciosa sonrisa ya no se dirigiría hacia él, como cada día desde hacía tantos años. Y aunque no tenía ojos, no podía dejar de llorar, desde que aquellos hombres extraños se la robaron.
-.-.-.-.

-Aquí está otra vez este pequeño charco. Hemos revisado todo, no sé de dónde demonios puede salir, no hay humedades, ni tuberías, la temperatura es constante, y las paredes no han sufrido ningún desperfecto en su tratamiento aislante para no dañar a los cuadros. Y lo curioso es que lo que  parece gotear es este cuadro.

Los empleados del museo del Prado, revisaban aquella parte del sótano, de donde hacía unos meses habían trasladado el lienzo de la Gioconda española.





Asun®  3 de noviembre de 2012

sábado, 3 de noviembre de 2012

Una filosofía de vida.


Esta vecina mía es increíble. No sabe lo mucho que tengo que agradecerle las tardes que compartimos. Lo disfraza de manera que parece que es ella la que me necesita, pero las dos sabemos que yo estaría hundida aún, en la noche sin fin de la partida de mi marido.
Me hace sentir como una niña, o como la adolescente a punto de cumplir los 18, con toda la juventud e ilusión por delante, con la certeza de que lo mejor está por llegar.

Sus palabras son siempre acertadas, con su claridad de pensamiento y su sabiduría, que justifica en esa “pila” de años que lleva vividos, como si el hecho de haber vivido muchos años fuera garantía de lucidez y capacidad de reacción.

En nuestro pequeño taller de labores, ahora me ha propuesto hacer un conjunto de recién nacido, porque está convencida de que cualquier día mi hija me trae la buena nueva de que me va a convertir en abuela. De nuevo me ha contagiado la emoción de sentir este acontecimiento como una verdadera aventura, y no como el peso añadido a la carga que es para mí, mi propia vida.
Lo cierto es que, cada vez que suena el teléfono, pienso que es mi hija para anunciármelo.

Porque Marcelina, ha resultado moverse en el ambiente paranormal de la videncia, aunque ella lo llama “evidencia”, y lo encuentra lo mas natural del mundo. Tiene la capacidad de ver las cosas de un modo global, no se detiene en el detalle, como solemos hacer todos, que nos quedamos atascados en un círculo vicioso al que no vemos salida.

 No, ella recapacita, ata cabos, y observa reacciones. De este modo, sin darse cuenta, tiene el puzzle resuelto, y sabe qué pieza viene a continuación.
.-.-.-.-.-.-.-.-
Esta mañana me he cruzado con ella en la escalera y entre resoplido y resoplido, me ha recordado que hoy empezamos la labor, que no podemos descuidarnos.
Le he hecho notar lo bien que la encontraba, y en su respuesta me ha resumido su filosofía de vida.
- Mira niña, cada día para mí es ya un día menos, pero es verdad que hoy estoy muy bien. ¿Y sabes porqué? Porque no dejan de pasarme cosas buenas.
- ¿Si? Que suerte.
- La misma que tú, tienes que admitir que has mejorado mucho, estás más tranquila, tus hijos están cada uno en sus tareas, y ya verás la alegría si se confirma lo que tanto esperamos. La vida a ti, como a mí, nos está sonriendo. Y el cuerpo, como el corazón se alimenta de las cosas buenas que nos ocurren, y si miramos bien siempre nos están ocurriendo cosas buenas. Y ala, me voy subiendo, que te espero esta tarde, como siempre y quiero hacer unos “tortos” de esos que te gustan tanto, bueno que a las dos nos gustan tanto.                        
- Adiós, Marce, hasta luego, deseando estoy de que llegue la tarde.
.-.-.-.-.-.-.-.-
Uf, estoy oyendo un teléfono y creo que es el de mi casa. Casi sin resuello, abro la puerta de la calle y me lanzo a él, es mi hija y me dice: ¡SORPRESA!
 A pesar de que para mí ya no es tanta sorpresa, me han temblado un poquito las piernas cuando he oído sus palabras:
- Felicidades futura “abuelita”.

Al colgar y sorprendida por un nerviosismo tonto, no hago mas que darle vueltas a las palabras de Marcelina: “El cuerpo, como el corazón se alimenta de las cosas buenas que nos ocurren”





Asun ® 3 de noviembre de 2012

miércoles, 31 de octubre de 2012

Salvada


Sin ganas de nada,
Caminando sin pensar en nada,
Llegar al trabajo esperando no hacer nada,
Cansada de que los días se escapen sin ofrecer nada.

Desanimada,
Otra mañana desanimada,
Las mismas caras me miran desanimadas,
Las noches transcurren lentas, iguales, desanimadas.

Tu mirada,
Solo espero tu mirada,
Veo el mundo a través de tu mirada,
Todo lo dices y todo lo callas con tu mirada.

Salvada,
Por ti salvada,
Estoy a tu lado, salvada,
Cambiaste mi mundo y me tienes, salvada.



Asun® 31 de octubre de 2012

miércoles, 24 de octubre de 2012

Misión Cumplida




Amigos, tengo que deciros que por fin hice mi curso de lengua de signos, aunque no era solo eso. Ha sido mucho más, y mucho menos también.
     Mucho más porque he aprendido que el mundo sin sonido, es bastante complicado. Sobre todo si no se tiene lenguaje, ya que es muy difícil alcanzar un desarrollo personal y adquirir conocimientos sin poder estructurar el pensamiento con él.
     Pensar por un momento cualquier cosa, sin hacerlo conscientemente, pensamos con palabras, y cuanto más rico es nuestro lenguaje, mejor podemos describir nuestras propias vivencias, saber valorar nuestra situación y tomar cualquier decisión. Esto también depende de los conocimientos que hayamos adquirido, y de la información a la que tengamos acceso.
     Pero ¿Cómo nos llega esta información?, nos llega de forma oral, o escrita, pero siempre por medio del lenguaje, de las palabras. Entonces las personas sordas, o con hipoacusia (pérdida de audición), si no han aprendido el lenguaje, sea el convencional, o el de signos, muy difícilmente podrán exponer su pensamiento, sus vivencias, o simplemente sus intenciones, ya sea para con los demás o para ellos mismos.
     Es complicado hasta de explicar, pero es cierto.

La segunda parte del curso si ha sido el aprendizaje de la LSE, lengua de signos española. Pero ha sido tan cooooooorto que apenas ha dado de sí para aprender unas palabras sencillas: presentarse, saludos, meses, etc.…
     Por ello ha sido mucho menos de lo esperado, por lo corto que me ha parecido.

     Pero se me han abierto las puertas, ahora está en mí, la posibilidad de seguir aprendiendo, y comprendiendo a estas personas, con las que en algún momento hemos coincidido o coincidiremos.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Mundo de Silencio



Hay un mundo de silencio
Que dice mucho más que las palabras
Porque las palabras están huecas, mienten
Pero nunca mienten los gestos ni las miradas.

No tengas miedo de mí
Ni por mí tengas miedo
Yo así también soy feliz
En mi mundo de silencio.

Lo que tú me dices con palabras
Yo lo escucho en tu cuerpo
Si te quieres acercar,
¿Por qué lo haces con tanto miedo?


Asun® 14 de octubre de 2011

lunes, 15 de octubre de 2012

Historia de un nacimiento


Amelia se terminaba de vestir deprisa, no quería llegar tarde, pero los nervios la traicionaban y no terminaba de subirse las medias, que no quedaban  bien estiradas.
Miró la falda, um, estaba un poquito arrugada, pero se la pondría. Por fin fue al cuarto de baño y dio un rápido cepillado a su pelo, ay, las canas más rebeldes seguían allí.
                                                                                          
     Bueno un bebé recién nacido no creo que las distinga, pensó, con una sonrisa en los labios.

     Y corrió al salón, donde la esperaba su marido, en apariencia tranquilo, pero tan inquieto como ella, bastaba verle de pie, mirando por la ventana y suspirando cuando   por fin oyó sus pasos en el pasillo.

     Desde que su hija les anunciara que estaba embarazada, todo se había vuelto del revés. Su hija salía con un muchacho, pero nunca lo había traído a casa y no creyeron que fuera tan seria su relación. Y de hecho no lo era. El supuesto papá de la criatura había desaparecido como por arte de magia.

    Siguieron unos días espantosos, Silvia dejó de comer y de hablar, y ellos no dejaban de gritarse entre sí, hasta que fueron capaces de olvidarse de sus propios sentimientos y vieron a su hija, o en lo que se estaba convirtiendo, era apenas un reflejo de la joven de una semana antes.

     Una sombra violácea surcaba su cara debajo de los ojos, siempre llenos de luz y ahora apagados y enrojecidos. Su expresión era tan triste, que Amelia se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, haciendo un esfuerzo vano por contener las lágrimas, hasta que dejó de intentarlo y lloró, junto con su hija, con rabia y vergüenza.

     Rabia y vergüenza no de verla así embarazada y sola, sino vergüenza de ella, y de su marido por no haber sabido reaccionar.

     Su marido la miraba de pie en medio del salón, estaba como ella, avergonzado y deseando unirse a ese abrazo y ese llanto. Hasta que así lo hizo.

     No saben cuánto tiempo estuvieron así. Pero cuando se separaron, Amelia se secó los ojos y la cara, e hizo lo mismo con su marido y su hija. Respiró y les hizo respirar a ellos, y luego tomó la palabra.

Lo primero que habló fue para pedir perdón a su hija, su padre asentía en silencio.
    Luego pasó a explicar lo que iban a hacer, que no era otra cosa que apoyar a su hija en ese nuevo rumbo que la vida le había trazado, asegurando que si  ella era su mayor tesoro, ese corazoncito que había comenzado a latir en su interior lo sería aún más.

     Silvia volvió a comer y a reír, y a ser la joven más bonita del mundo. Y muy pronto la mas gordita también.
      Los meses pasaban sin sentir, y jamás habían vuelto a albergar dudas.

      Entraron por fin en la maternidad, como en casi todos los hospitales, hacía calor, pero no lo notaron, buscaron el ascensor y pulsaron el tres.

     Al salir vieron ante sí un pasillo lleno de ramos y centros de flores, que para no viciar el aire de las habitaciones, adornaban sus puertas de entrada. Y Amelia pensó que debería haber comprado el mejor y más grande ramo para su hija, y con ese gesto un poco serio y compungido entraba en la habitación 3012, la de su niña.

      Silvia vio la cara de su madre, y se preocupó de inmediato, ¿Qué pasaba?
     Pero en cuanto se acercaron y vieron a esa personita que dormía a su lado en el pequeño cuco, sus caras cambiaron.
     Su madre y su padre dibujaron una expresión nueva, porque nuevo era el sentimiento que la provocaba.

     Era amor, era orgullo, era alegría, era cariño, era ternura, era curiosidad, era impaciencia, era un impulso incontenible de abrazar a ese cuerpecito y comérselo a besos, de cantarle y arrullarle y no soltarle nunca la mano, de estar siempre a su lado y atentos a su camino, no dejarle caer y levantarle cuando cayera, arroparle en sus noches de frío y acompañarle en los momentos importantes de su vida.

     Y era miedo, era preocupación, era dolor por el dolor que pudiera sentir, e inquietud por su futuro, por los sinsabores que la vida le reservara, por las lecciones por aprender, y la certeza de que tendría que sufrir, porque el sufrimiento, como la felicidad son las dos caras de nuestra existencia.

      Silvia lloraba sin saberlo, emocionada de ver como su madre tomaba en brazos a su niño, ese pedacito de ella misma, y se lo entregaba a su padre que también dejaba caer por sus mejillas un par de lagrimitas.

     Jamás olvidaría Silvia aquella imagen, era el día más feliz de su vida, y no podía dejar de llorar, mientras su boca hacía lo contrario, estirarse en la más alegre de las sonrisas.

     Y de pronto el momento mágico se rompió con otro llanto, pero este fuerte, enérgico, lleno de exigencia, recordando que él, el protagonista no estaba para tantos miramientos sublimes y quería simplemente que le ¡¡¡¡dieran de comer!!!!


Asun© 15 de octubre de 2012

miércoles, 10 de octubre de 2012

Compartir mi alegría (mi reto a conseguir)


Si hace apenas una semana escribía sobre ese reto que quería superar, hoy puedo decir que si nada se tuerce, la semana que viene voy a cumplir ese sueño.
Aprenderé por fin el lenguaje de signos, y no solo eso sino algunas cuestiones más relacionadas con el tema de la discapacidad auditiva. Comprendo que no parezca un tema de lo más apasionante, pero para mí sí lo es.
      Como casi todo en la vida, no es tan sencillo como parece, existen varios tipos de personas sordas, atendiendo al origen de su pérdida de audición, y a la edad en que ocurriera, así por dar unos datos muy generales, existen tres tipos según el momento de aparición:

 •  Prelocutiva: la sordera se presenta antes de que se haya desarrollado el lenguaje (antes de los 2 años aproximadamente)

•  Perilocutiva: la sordera aparece en el momento en que se está desarrollando el lenguaje (2 – 5 años, aproximadamente).

•  Postlocutiva: la sordera aparece después de que el niño haya desarrollado el lenguaje (después de los 5 – 6 años, aproximadamente).

Ya os contaré cómo me ha ido, y si he logrado hacerme entender en este nuevo idioma.


domingo, 7 de octubre de 2012

Mi columna hoy domingo 7 de octubre de 2012


Hoy es domingo y como los domingos de antaño, se disputa un partido de fútbol esta tarde. Inevitable recordar aquellas tardes de fútbol en casa de mis padres, cuando contaba unos pocos años, media docena o así. Yo jugando en un rincón con alguna muñeca, o dibujando vestiditos para esos recortables de papel. En una casa de corte masculino, cuatro hermanos y mi padre, frente a mi madre y yo. Mi madre siempre atareada, limpiando, cosiendo, cocinando, atendiendo a todos, en definitiva velando y cuidando de su familia. Y yo la niña, a medias entre pequeña ayuda para mi madre, y trofeo con trenzas, para orgullo de mi padre, una niña entre cuatro mocetones.

Pero a lo que voy, hoy es domingo y hay partido. Y se trata “del partido”, porque es el encuentro que todos quieren ver: Barcelona- Real Madrid.
Y viene vestido de otros colores además de los deportivos, colores de política e independencia por parte de los catalanes.
Y me pregunto, ¿de todos los catalanes? Porque aunque  el estadio tenga un aforo de unos 100000 espectadores, estos tampoco son todos los pobladores de las cuatro provincias catalanas, digo yo. (Se estiman aproximadamente unos 7.504.881 de habitantes).
Pero la grada de su estadio ha decidido vestirse de bandera, y reclamar una petición política, la de la independencia.
Y me pregunto ¿porque lo hacen en un encuentro futbolístico, teóricamente ajeno al devenir político?, y que  piensan que deben hacer los que simplemente sean aficionados del Barcelona como club de fútbol  pero ni siquiera sean catalanes. ¿Tienen estos aficionados que irse a vivir a Cataluña, y hacerse también independentistas?
No lo termino de entender, si el Barcelona que juega esta tarde es un equipo de fútbol, que juegue al fútbol, y si es un partido político, que deje la liga, y se presente a las elecciones…

Asun© 7 de octubre de 2012

viernes, 5 de octubre de 2012

Crisis




Todo está en crisis,
crisis económica, crisis financiera,
crisis de valores, crisis de poetas.

Crisis de sinceridad, crisis de alimentos,
crisis de seguridad, crisis sanitaria,
crisis de aliento.

Crisis de risas, crisis de sueño,
crisis de verdad, crisis de talento,
crisis con prisas.

Crisis de recursos,
no tengo ni un bolígrafo siquiera,
y en medio de mi crisis,
se me escapa este poema.

©Asun, junio 2011

domingo, 30 de septiembre de 2012

Un reto que debo conseguir


Esta semana con motivo del día internacional de las Personas Sordas, el 25 de septiembre, he recordado y sentido ansiedad al pensar en:
Otra de las cosas que no puedo quedarme sin aprender es el lenguaje de signos, llevo años mostrando interés por este colectivo, y aún no he visto cumplido este deseo.
Me parece algo mágico contemplar una conversación entre dos o más personas que se comunican en lengua de signos.
Yo la verdad le veo muchas más ventajas que inconvenientes. Lo comprobé un año en el que momentáneamente fui muda.
Desarrollé mi propio lenguaje de signos con mi marido e hijos, y tengo que reconocer que estos últimos me obedecían más instantáneamente que cuando les soltaba cuatro gritos. Y además a distancia, simplemente con tener contacto visual, les decía todo, independientemente de que se encontraran muy lejos, o hubiera especial ruido en el ambiente. Y con la ventaja de que nadie más sabía lo que nos estábamos diciendo.

A mí me encantó la experiencia, por eso estoy deseando cumplir este sueño: aprender el auténtico LENGUAJE DE SIGNOS.

®Asun 29 de septiembre de 2012 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La llegada del otoño


  La llegada del otoño es siempre para mi, repentina e inesperada. Algo totalmente ilógico, pues desde la más tierna infancia hemos aprendido las estaciones de año: Primavera, Verano, Otoño e Invierno.
     Pero es inevitable, de repente un día me levanto con una oscuridad inusual, es la hora de todos los días y aún no ha amanecido. Y los árboles del parquecillo de enfrente de casa se mueven en una danza alocada muy distinta a esa perezosa quietud a la que me habían acostumbrado durante la canícula.
     Salgo a la calle y mis pies todavía casi descalzos en las sandalias veraniegas, notan una desagradable humedad, ha empezado a caer una mansa lluvia, mansa pero fría, y sus gotitas se clavan como diminutos alfileres en la piel, que añora la calidez del sol y su caricia festiva.
     A media mañana, compruebo que no solo se ha nublado el día, sino mi ánimo, parecen haberse apagado las luces de la fiesta, y los ecos de las risas despreocupadas y veraniegas, son ya solo ecos.
     El alma se encoje un poquito sobre sí misma y suspira satisfecha, ya ha aceptado el encuentro con la sosegada tranquilidad, un poquito melancólica, que le trae la nueva estación. Y se despereza respirando el aire fresco inundado de nuevos olores, a lejanas tierras mojadas, y se abre a nuevos sonidos, los de hojas que caen lentamente y crujen bajo pisadas rápidas.
     La llegada del otoño, es siempre para mi repentina e inesperada, pero es como la vuelta a casa después de largos meses de viaje, no recordabas lo mucho que te gusta estar allí, pero cuando has llegado no sabes como pudiste estar lejos. Igual que la llegada del otoño, no recordaba sus sensaciones, pero en cuanto me envuelven, se cuanto las echaba de menos.




Asun© 26 de septiembre de 2012

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Equipo Paralímpico Español


    Hoy quiero hacer desde aquí un reconocimiento. Espero y creo que ellos tendrán muchos y merecidos reconocimientos, pero desde aquí les demuestro mi admiración y mi cariño por lo que me han hecho sentir.
Estoy hablando de los deportistas paralímpicos, de todos los países, pero claro, al ser yo española, tengo un poquito más cerca a los míos, los de España.

    Y además porque he tenido la suerte de verlos a todos, tan jóvenes, tan guapos, tan llenos de vida, y por su puesto tan orgullosos, y hasta he tenido en mis manos alguna de sus medallas.
¡Qué sensación!, lo primero decir que son bastante pesadas, literalmente, pesan casi medio Kilo cada una, y tienen un buen tamaño. Nada que ver con esas que tenemos en casa, que hemos ganado en alguna carrera popular, o en las fiestas de nuestro pueblo.

     Nada que ver, estas eran de verdad, las auténticas, las que hemos visto ganar con tanto esfuerzo y con tanta emoción, con lágrimas en los ojos, ellos porque ven una recompensa a tanto entrenamiento y superación de dificultades. Y lágrimas mías, porque sin poder evitarlo me emociono al sentir que la vida siempre merece la pena, seamos como seamos, cada uno con sus diferentes capacidades, todos tenemos un sitio.

    Y estos jóvenes lo tienen en lo más alto del podio, pero no solo de los podios olímpicos sino del podio de su vida.

¡¡ Un fuerte aplauso para vosotros!!

martes, 28 de agosto de 2012

Tranquila, estará bien.(África)



      Por fin estaba amaneciendo. 
     Aunque no sabía por qué se alegraba. Tenía que pensar en lo que iban a hacer. Quedarse en la aldea no había sido muy buena idea, pero la noche había hecho bajar mucho la temperatura, y en medio de la oscuridad, y dada su nula experiencia en orientarse en la sabana, esta les pareció la mejor decisión. Volvió a pensar en las linternas, aquél “magnífico” pack de supervivencia comprado en Madrid, parecía tan completo y había demostrado ser tan inútil en el momento de necesitarlo, que no pudo por menos que sonreír. Aunque algo de culpa tuvo él por no revisar que todo funcionara o llevara pilas cargadas. Lo cierto es que nunca pensó que tendrían necesidad de usarlas.
      Y recordó el instante de intentar alumbrar aquél bulto que se movía lentamente en la orilla de aquella especie de vereda, que llevaban horas siguiendo. El bulto estaba tapado, casi parecía arropado, por unas cuantas hojas de esa planta que crecía por doquier y se asemejaba a la del tabaco.
De pronto el bulto pataleó y un llanto brioso y fuerte se hizo un hueco entre el frío y la oscuridad de la noche, para llenar todo el espacio. De todas las cosas que hubiéran imaginado encontrar, esta ocuparía el final en una lista de páginas y páginas.
- Es un bebé.
- Dios!! Cómo va a ser un bebé?
- Es una niña, y por su llanto yo diría que tiene una magnífica capacidad pulmonar.-Me miraste con esa mirada tan tuya de quererme fulminar y quitarme de tu vida para siempre.

Hicieron lo único que podían hacer, mirar atentamente a la niña, les pareció que estaba entera y sana, ninguno de ellos eran padres, y no tenían ninguna experiencia en bebés, pero les pareció que tendría unos tres o cuatro meses. Y claro lloraba, supusieron que  de frío y de hambre. La recogieron.

     Y reanudaron la marcha, después de darle un poco de agua con una cuchara, la niña se calmó y dejó de llorar. Luego un olor intenso a quemado, mezcla de maderas, lo inundaba todo. Siguieron caminando con muchísimo cuidado, y tropezaron con aquella especie de aldea.
    Fue impresionante, horrible, e impresionante. Todo estaba arrasado, era como una película, pero por desgracia real. Con todas las precauciones, ya todo lo hacían con extrema precaución, avanzaron por lo que parecía la “calle” principal, a un lado y a otros restos de cabañas reducidas a cenizas. De sus habitantes no había ningún rastro. Lo cual les alegraba y preocupaba por igual.
Después desapareció por completo la luna y la oscuridad ganó terreno, no avanzaban apenas y temían tropezar con cualquier cosa. Así que en una de las chozas que se mantenía bastante en pie, y después de comprobar torpemente que estaba vacía, se refugiaron y los tres, incluida la pequeña, se apretujaron entre sí, como comprendiendo que solo muy juntos podrían sobrevivir a esa noche de pesadilla.

    Volvió a la realidad con el llanto del bebé.

    Ya se veía bastante bien, aunque el sol apenas era una bolita roja saliendo por detrás de la extensión infinita de colinas y vegetación.

    Volvieron a darle agua, y se maravillaron de que la criatura agradecida les dedicara una sonrisa y se callara de nuevo plácidamente.

    Sin venir a cuento y sin quererlo fue él, el que empezó a llorar, mansamente, sin ser apenas consciente.
- Perdóname, perdóname, te he traído a un viaje absurdo, te he arrastrado a este maldito sitio, no sé como vamos a salir, y qué vamos a hacer con esta niña, se nos morirá…
Lloraba, lloraba sin parar, abrazado a sus rodillas, en un balanceo rítmico.
- Basta! Cállate!- le gritó ella, un poco sorprendida por su propia fuerza y determinación- No tengo que perdonarte nada, ya soy mayorcita, estoy aquí porque he querido, tu no  me has arrastrado, ni tienes la culpa de lo que nos pasa. Lo que pasa es que nos han vendido una película que no existe. Yo también creía que África eran unos crepúsculos maravillosos, unos amaneceres de impresionante aire puro y limpio y unos animales dando saltitos como en un inmenso zoo, puestos ahí solo para que nosotros disfrutemos de ellos. Pero mira África debe ser esto. Guerra, aldeas quemadas, niños en la cuneta, y odio, odio que lo impregna todo. Y la niña no se nos va a morir. Tranquilo, seguro que estará bien.

     Después de que ambos se calmaran un poco, miraron en sus exiguas provisiones algo que pudiera servir de alimento a la pequeña, porque el agua, que hasta ahora la había saciado tanto, en breve no sería suficiente. No se les ocurría nada, pero ella propuso hacer una especie de papilla triturando unas galletas y añadiendo un poco de agua. Ya que el principal alimento de los bebés eran las papillas de cereales y por su puesto la leche. Mientras hacía este improvisado desayuno para la niña ella empezó a hablar, como pensando en voz alta:

- Tendrá que servir, porque aquí no tenemos farmacia de guardia, ni centro comercial, donde encontrar todo lo necesario para cuidar a una niña de esa edad. No tenían pañales, chupetes, mordedores para sus encías, cunitas, hamaquitas, tronas, bañera especial, biberones, esterilizador de biberones, palillos de oídos, agua de mar para sus naricita, colonia suave, gel adecuado, bodis de una pieza, gotas para los gases y cólicos del lactante, capita para sacarlos y secarlos después de su baño diario, toallitas perfumadas para su culete, mantita ligera para sus siestecillas entre horas…

- Bueno me parece que esta niña es bastante más lista que nosotros, y sabe que todo eso que tú llamas necesario, no lo es en realidad. Mira como come, espera échale un poquito más de agua, parece un poco espesa. Mira, yo creo que esta niña es de otra raza, pero no porque sea mas negra que el tizón. No me mires así, sé que es preciosa, es lo mas bonito que jamás he visto, pero me refiero a que a pesar de tener unos pocos meses, sabe lo que es necesario y lo que no, sabe vivir.

- Desde luego, sabe vivir y aprovechar sus oportunidades, pero yo espero que no le siente mal esto que le estamos dando. Y que no se nos vuelva a hacer caquita, que no me quedan más que un par de clínex.

     La niña quedó satisfecha y ellos continuaron su camino, después de comer también un par de galletas cada uno.
Ninguno se atrevía a comentar lo que era evidente. No sabían a donde conduciría aquella senda, y esperaban no tropezar con ningún animal salvaje, ni con ningún convoy o patrulla o como demonios se llamase a los integrantes de las tribus que habían arrasado aquella aldea.

     La suerte estuvo de su parte. A lo lejos divisaron una carretera, y aunque empezaba a hacer un calor insoportable, consiguieron llegar a ella y pronto una camioneta paró al adelantarles.

     Recelosos se acercaron a ella. La conducía un hombre blanco. Les habló en inglés y se presentó como colaborador de una ONG, no tenían mucha elección y decidieron aceptar la invitación a subir y llegar con él al poblado más próximo, donde podrían enlazar con Gitarama y desde allí ir a Kigali.

     Como era de esperar les preguntó por la niña. Y una vez en la ciudad les invitó a dejársela a él. No sabían que hacer, seguramente era lo mejor, pues él vivía allí, conocía mejor el terreno y aunque era un poco inusual la situación, por lo que les explicó, nadie se entromete en la vida de lo nativos si no es estrictamente necesario, él vería como hacer.

     No se la dejaron, ambos comprendían que se hubieran desprendido de un gran problema, pero no fueron capaces, él dijo que era por la mirada de angustia que le dirigió ella, pero los dos sabían que ninguno quería abandonarla.

     Compraron leche en una de las casuchas del pueblo, echándola directamente en una de sus botellas de agua mineral. Y rezaron para que estuviera en condiciones óptimas. Volvieron a hacer una papilla parecida a la de la mañana, pero con leche esta vez, y la niña se la comió con un gusto y un apetito envidiables, y de nuevo hizo sus caquitas y demás necesidades. La limpiaron con todo el esmero y cuidado del mundo, con los dos únicos pañuelos de papel que les quedaban, y al atardecer montaron en el único autobús que llevaba a la capital, y que salía dos veces al día, en la mañana, y ahora al atardecer.

      Llegaron exhaustos, los tres. La niña, tan buena hasta ahora, comenzaba a dar señales de impaciencia. Entraron en el hotel donde se alojaban, el recepcionista les miró con desaprobación, sin duda pensaría algo extraño al verles con el bebé y supieron que pronto tendrían allí a la policía local.

     Tenían miedo, comprendían que la situación no estaba clara, antes de salir habían  leído las recomendaciones acerca de no viajar por su cuenta fuera de los parques naturales y de las zonas abiertamente turísticas. Pero les venció la imprudencia y el romanticismo absurdo de su idea africana, y sobre todo la seguridad que tienen innata la mayoría de los occidentales, de que nada les puede ocurrir, de ser los más civilizados del planeta y de que todo el planeta se rige por sus civilizadas normas y leyes.

     Pero aquí todo eso había dejado de tener sentido.

     De nuevo fue ella la que tomó la iniciativa. Llamó al teléfono de Dar-El-Salaam, que era su contacto consular más cercano, y pidió instrucciones sobre cuál debía ser su modo de actuar.
En contra de lo que hubieran deseado les apremiaron a ser ellos mismos los que se presentaran en la oficina central del Gobierno de la capital, y voluntariamente entregaran a la niña explicando ante todo que la habían encontrado casualmente y no en ese lugar donde realmente la encontraron, sino en cualquier otro donde es normal que un turista se mueva.

     Aunque no querían, sabían que debían hacerlo y no demorarse, sentían el peligro y el miedo correr velozmente junto a la sangre en sus venas, y un reloj invisible descontaba los minutos en una frenética cuenta atrás.

     Salieron, tomaron el primer taxi de la entrada del hotel y anunciaron la dirección al conductor. Este dudó un momento al verles con su preciada mercancía, esa niña, que ella apretaba contra sí. Pero por fin arrancó y les condujo hacia allí.

     Entraron y después de identificarse pidieron hablar con alguna autoridad relevante. Si algo caracteriza a estos países es su estricta organización militar en todo lo referente al gobierno y la policía, de modo que pronto se vieron escoltados y en presencia de alguna personalidad, a juzgar por su uniforme y solemnidad en el trato.
Explicaron la historia, arreglada como habían sugerido desde Tanzania, y después de unos momentos interminables. Su interlocutor asintió y en un perfecto inglés les dijo que todo estaba correcto y claro, se quedaban con la niña, que sería entregada a los servicios sociales. Y les despidió recomendándoles, educadamente, que dieran por terminado su viaje.

     Se marcharon manteniendo una aptitud despreocupada y tranquila, que era exactamente lo contrario que sentían en su interior. Subieron a otro taxi y volvieron al hotel. Recogieron todas sus pertenencias, pagaron la cuenta, y en el mismo taxi, que les esperaba a la entrada, se dirigieron al aeropuerto.

     No tenían cerrado el billete de vuelta, así que tomaron el primer vuelo a cualquier ciudad europea que saliera. Esta resultó ser Bruselas, como era de esperar, ya que Ruanda en su día había estado tutelada por Bélgica. Pero el vuelo no partía hasta primera hora del día siguiente.
No les importó, esperaron allí, entre el tumulto de viajeros, parecían sentirse así más seguros y acompañados.

     En Bruselas, sin salir del aeropuerto y por suerte, enlazaron con un vuelo a Madrid, comieron una hamburguesa, sin noción del tiempo, viajaban ajenos a todo, no habían cruzado palabra entre ellos, y no tenían ningún control sobre su aspecto físico, y apariencia, que empezaba a resultar evidentemente desastrosa.

     Descendieron en la T4 de Barajas. 
    Y aún sin hablarse, dieron la dirección de la casa de él. Nada más abrir la puerta y depositar el equipaje en el salón, se dejaron caer en el sillón y como si explotara un globo, ella comenzó a llorar, y él llorando igualmente, la abrazó, y contestó a sus gritos de “la niña, la niña”, con un tembloroso:

 “Tranquila, seguro que estará bien”.



Asun© 27 de agosto de 2012 

miércoles, 22 de agosto de 2012

Fiesta en el pueblo.

     Estábamos en Agosto, pleno verano, aunque en el pueblo el ambiente empieza ya a estar más fresco.
     Como si se hubieran contagiado de alguna epidemia extraña todos los pueblos celebran sus fiestas, uno detrás de otro. No todos a la vez porque quieren asegurarse la asistencia del público, unos para que sea más divertido, otros para que la iglesia esté más llena, otros por el negocio puro y duro, y los románticos por si encuentran a su definitiva pareja.

     El caso es que la alegría parece flotar en el ambiente, las peñas ya has sacado sus camisetas, algunos las estrenan porque son nuevos, nuevos casi en todo, pero más que nada en la vida y tienen la urgencia de llegar cuanto antes, no pueden evitar vivir con prisa, así será su primera peña, su primera noche entera fuera, y puede que su primera y contundente borrachera.
     Los más mayores sin embargo se debaten entre disfrutar de estos días y el pensar que quizá sea su última procesión, su último mirar como se ha vestido fulanita o lo estropeado que está aquel otro, vaya bajón que ha dado, con lo guapo que era a los veinte años!
     Por fin llega la noche y se oyen los primeros compases en la plaza y como no son aún las 12, la hora de cenicienta, pero no la hora de irse a su casa, sino la de que se venga,  los músicos tocan pasodobles, rumbas, chachachás y ritmos de esos tan antiguos.
      Pero aunque falten, de momento, las cenicientas y los jóvenes príncipes, la plaza está llena. ¿Has visto? Comentan, este año sí que hay gente, mira “los del río” han venido todos, pero ¿dónde se meterán? Si puede que entre hijos, novios, maridos y niños sean más de 50 y la casa, la casa es como es, más bien pequeña. ¿Y los de la alameda? Cada año más antipáticos, ¿te das cuenta?
     Y de repente entre baile y baile llega la tormenta, que inevitablemente todos los años está invitada a la verbena. Lo típico, rayos, truenos y centellas y un chaparrón que arruina peinados, maquillajes, vestidos, zapatos y en los peores casos huesos, reumas, cabezas, bronquios y tantas otras dolencias.
    Y para los príncipes y principesas lo peor de todo: se arruinó la orquesta y no solo la de verdad, vamos la de los músicos de carne y hueso, sino la otra: la virtual, la enlatada, que por otro lado es la que más les gusta a ellos porque así se aseguran el escuchar lo suyo, lo más nuevo.
     Pero por hoy se acabó el festejo: el último trueno o relámpago, no se sabe cuál del los dos, ha destrozado el tendido eléctrico.
     De repente todo en silencio, a oscuras, todo el mundo descompuesto. Menos los que viven en la plaza, esos están contentos pues al menos esta noche van a dormir con la tranquilidad de Enero.

Asun© Agosto de 2011

martes, 14 de agosto de 2012

Un verano extraño y diferente

     Este verano de 2012 ha sido así para mí, extraño y diferente. Diferetne porque ha sido el primero que he estado sin mi hija, y estar sin mi hija ha sido extaño, extrañísimo.

     En este verano en el que cada día aumenta el número de personas desempleadas y la famosa prima, se empeña en ser mas de "riesgo" que nunca, mi hija se ha empeñado en trabajar. Y como casi todo lo que se propone, lo consigue, porque lo hace a conciencia, haciendo gala de su preparación y responsabilidad. Por su sentido de responsabilidad, pensó que si las tasas universitarias subían casi el doble en el próximo curso, ella no podía quedarse de brazos cruzados ante el doble esfuerzo que sería para nosotros, sus padres. Bueno eso y que este año tiene el famoso viaje del paso del ecuador, el que tradicionalmente se hace cuando se ha pasado de la mitad de la carrera.

     Y aquí estamos en la playa como todos los años, con un mes por delante y sin la niña.

      Pero no es como todos los años, no es la misma casa ni la misma playa. En la casa hay una puerta, la de su habitación, que si está cerrada ofrece una extaña visión, y si está abierta la ofrece aún peor, se ve el vacío, se toca el silencio.

     Y la playa no es la misma tampoco, no es el mismo agua, no es su  sal, ni su  transparencia, no son sus espumosas olas incansables en su ir y venir, dejando a nuestros pies un rastro de blanco merengue, como si del borde de un pastel se tratara.

     Y no es el mismo viento, brisa suave que quiere acariciarte y envolverte en su frescor húmedo, y peina nuestros cabellos haciéndolos ondear delicadamente.

     Ni siquiera es el mismo sol, tan claro, amaneciendo como una bolita anaranjada, y llenando de color elhorizonte en una explosión de vida, como si todos los días fueran el primero, y fuera la primera vez que el mar se viste de azules, y las nubes de blancos y a la arena le presta una suavidad especial, cuando la deja libre de la humedad de la noche, tan seca y suelta como los finos polvos de talco, cediendo bajo nuestros pies.

     Pero nada es lo mismo, porque en el agua no juegan sus brazos al nadar, en brazadas suaves, mientras su rostro se hunde y vuelve a salir, respirando acompasadamente, deslizándose, arañando apenas la superficie del mar.

     No es lo mismo el viento, porque entre los cabellos que juega a enredar no están los suyos, que se volvían cada día más dorados, en contraste con su piel, cada día mas morena.

     Y el sol no pone reflejos en sus ojos, para pasar un tono de verde a otro, y dejarlos casi transparentes.

     Y la arena espera atrapar una huella conocida, pero que no va a llegar este año, porque su figura no se dibuja cada mañana en su correr por la orilla, en un ejercicio breve y elegante.

     Nada es igual este verano, tan diferente y extraño.

Asun 14 de Agosto de 2012

jueves, 5 de julio de 2012

Un paseo en moto


- Sube que te llevo a casa.
- Si hombre, que te has creído tu eso.

     Pero me monté, en realidad estaba deseándolo desde hacía tiempo.
Cerré los ojos un instante mientras pensaba que si me viera mi padre me mataba. Y si me viera mi madre se moría. Asique  solo me queda esperar que ninguno de los dos se enterara de que estaba aquí. Abrazada a este chico, a su espalda, puede que mas pegada a él de lo que sería necesario. Y sintiendo el viento que se lleva mi pelo hacia atrás, y que mis piernas se comían todo el sol del atardecer y eran la envidia de los que se cruzaban con nosotros en la carretera.

     Me pareció que si aquello no era la felicidad, tenía que estar muy cerca.

     Pero como todo lo bueno y maravilloso, este instante no duró más que lo que un municipal tardó en hacernos bajar, echarnos una bronca de cojones, y llamar a nuestros padres para que pagaran el multazo que nos acababan de meter y nos llevaran a casa, mientras ellos inmovilizaban la moto allí mismo, por no llevar casco, ni papeles, ni carnet de conducir ni siquiera el DNI, ninguno de los dos, siendo además menores.
     Cuando mi padre llegó se me caía la cara de vergüenza, y sobre todo porque llevaba razón cuando me decía que estaba loca y que nos podíamos haber matado a semejante velocidad, sin casco y mirando mi pantaloncito que a duras penas me tapaba un poco más que el culete, no hacía más que repetir, y tu así, así… sin acabar la frase.
Me prometí que jamás volvería a subir en la moto con ese tontaina.

- Subes?
- Tu eres tonto, o eres tonto?

Pero después de mirarle y ver cómo me sonreía, cerré los ojos y subí, al menos hoy llevaba pantalón largo…


Asun® 5 de Julio de 2012