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martes, 10 de julio de 2018

Cae la tarde, anochece la vida







     Los pies colgando en dulce balanceo. Tu brazo fuerte y grande en mi espalda, ejerciendo una presión que adivino controlada, precavida, siempre protectora. Gritos alborozados de sangre joven y revuelta. Bullicio de hormonas a medio despertar o locamente espabiladas ya. El sol de los días despreocupados dando color a mis mejillas, suficientemente encarnadas ya siempre que tú estás cerca. Las tuyas perladas de calor, tan deseables. Silencio fluido entre nosotros, uniéndonos más que cualquier palabra hueca.


Cae la tarde, anochece la vida.


El agua a nuestros pies se vuelve oscura y la brisa fría.


¿Nos vamos?


Un suspiro, una mirada cómplice y un gesto conforme. Él siempre más ágil es ahora el último en ponerse en pie, ella le ayuda con su fuerza de gorrión, mariposa dorada. Cincuenta atardeceres después juntos emprenden el camino de regreso.










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