Un día después de correr más de lo habitual, ella tan caprichosa y juguetona, frenó en seco. El choque fue inevitable y resultó literalmente embarazoso. Ella se relamió de gusto y él solo acertó a emitir un ¡guau! de sorpresa.
Ahora los dos caminan orgullosos al mismo paso y detrás les sigue una pequeña jauría de encantadores perritos, fruto de aquél delicioso “encuentro”.
Asun©25/04/2016