Subir de nuevo a la
habitación. No podía evitar subir una y otra vez. Revoloteaba por toda la casa
como mariposa en bosque nuevo. Todo le parecía encantador. En la cocina no
pasaría mucho tiempo, él sentía sus humos de manera especialmente acusada. El
baño, sin embargo, le atraía especialmente. Entre aguas y espumas estaría ella con
su espléndida desnudez. El dormitorio sería su refugio, allí velaría el sueño
de su elegida y disfrutaría sus vigilias, porque pensaba interrumpir su
descanso cuantas veces le fueran propicias. Por fin había encontrado su perfecto
hogar, su definitiva morada. Cosa nada fácil para un fantasma ya entrado en
milenios.
Asun©20/01/16
imagen de la red.