Páginas

martes, 13 de octubre de 2015

Cumpleaños

  
     El puñetero ojo de la cerradura era demasiado pequeño. No conseguí ver nada. Pero los ruidos procedentes del cuarto eran suficientemente reveladores. Traqueteo de muelles, gemidos y hasta algún gritito sofocado.  Me fui de casa no dando crédito. No podía ser. No, él no, jamás. Y menos el día de mi cumpleaños.
     Volví ya muy entrada la noche, con mil mensajes y otras tantas llamadas ignoradas. Él me esperaba y parecía preocupado de veras, entonces vi una caja que se movía, rodeada de un gran lazo rosa. Dentro mi regalo, que jadeaba y daba grititos agudos.

— No sabes la pelea que tuvimos hasta que lo conseguí meter ahí.