La lluvia de fuego que lentamente
devoraba la ciudad dejó paso a una noche fresca y perfumada. Cada vez le daba
más pereza salir de ronda.
Se dispuso a emprender el vuelo.
Su instinto le llevaba al parque central, donde sería muy fácil encontrar una
víctima joven que saciaría su sed
Pero una fuerza desconocida le llevó a otro lugar
bien distinto. Se coló por la ventana y tomó asiento junto a los monitores que
vigilaban las constantes de Marta mientras seguía en coma. Cogió su mano y
empezó a susurrarle al oído un nuevo capítulo del cuento. El que desde hacía un
mes inventaba cada noche para ella.
imagen de la red
Asun©10 de mayo de 2014