“Nuestros mismos ojos tendrá el niño. El color de los tuyos y el brillo de
los míos. Será luna menguante al anochecer y luz cuando haya amanecido. Tendrá
la suavidad de tu piel, mi fuerza y mi brío”
No pude seguir leyendo, las palabras se diluían en el mar de mis lágrimas.
Malditos. Malditos todos los que me robaron a esa madre de fina piel y a ese
padre tan fuerte y sentido.
Me dieron otros, sí, pero ¿con qué derecho me quitaron los míos?
Asun ©7 de marzo de 2014