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domingo, 15 de septiembre de 2013

Feliz... otoño nuevo!!

Muchas veces he pensado que el año debería comenzar en septiembre.
Pues sí, otra de mis raras reflexiones. Pero esperar a leer mis razones, y al final puede que no os resulte tan extraño.

 Septiembre supone una vuelta, volvemos de un período amable, de un largo y perezoso verano. La canícula trae consigo un paréntesis en nuestras vidas. Ese calor que invita a dejarlo todo, a adormecerse en una siesta infinita. A disfrutar de refrescos y refrescantes baños al aire libre, bien en el mar, bien en la montaña o en urbanas piscinas. Vivimos de puertas afuera, en las calles, parques o paseos, porque los días son casi eternos, igualan o superan a las noches en horas de luz, y flota en el aire ese aroma de felicidad despreocupada.
Y aproximadamente a mediados de septiembre se produce un shok una ruptura. El tiempo cambia, no en vano el día 21 comienza el otoño. Los niños vuelven a la escuela, y lo que se gana en tranquilidad, se pierde en economía. Porque la tan traída y lleva “cuesta de enero”, no tiene nada que envidiar a esta cuesta de septiembre. Además no son solo los gastos escolares, a veces suben también precios de otros productos.
Y es también comienzo de nuevas etapas, nuevos cursos, nuevas colecciones de todo tipo, nuevas visitas a los gimnasios y recuperación de hábitos que se relajaron en el estío.
Es época de reencuentros con compañeros de trabajo, y relaciones amistosas y familiares, que quedaron en compás de espera en beneficio de otros nuevos conocimientos que se hacen en los viajes que propicia el buen tiempo y el relajo vacacional.
Tal es el cambio que se avecina, que como pieza visible, renovamos hasta el vestuario, aprovechando que cambiamos de estación, y casi convendría más ahora la famosa frase de Año Nuevo, vida nueva.
Quizá esta creencia mía de que el año debería empezar en septiembre y no en enero, habría que buscarla en mis orígenes, quizá tengo ascendencia francesa, y más concretamente de cierta revolución, esa de 1789.

Eugéne Delacroix, “La Libertad guiando al Pueblo”. Óleo sobre tela, 1830 

Porque aquellos republicanos franceses debían estar algo de acuerdo con mis apreciaciones, pero con un par de siglos largos de antelación. Ellos propusieron y aceptaron un calendario revolucionario en el que el año comenzaba el 22 de septiembre, coincidiendo con el equinoccio de otoño. En él los meses también tenían otros nombres, un tanto pintorescos:
Otoño : Vendémiaire, Brumaire , Frimaire
Invierno: Nivôse, Pluviôse, Ventôse
Primavera: Germinal, Floréal, Prairial
Verano: Messidor, Thermidor, Fructidor
Así pues y resumiendo, no me queda más que desearos un feliz …otoño nuevo.

Asun ©9 de septiembre de 2013