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sábado, 16 de febrero de 2013

El Palacio de Cristal


El Palacio de Cristal reflejaba la poca luz que se filtraba aquella mañana de febrero en Madrid. El verde del alfombrado césped tenía un color más intenso por el frescor de la mañana y la leve nieve  que se comenzaba a derretir. Era muy temprano y el céntrico parque aún no había recibido la visita de los múltiples paseantes que lo disfrutan a diario. Por eso la había llevado hasta allí a esta hora, y le había prometido que sería como si lo viera por primera vez.



- Es precioso- dijo Clara cuando abrió los ojos y su boca quedó también abierta, dibujando una expresión casi cómica.

Su amigo sonreía abiertamente entusiasmado con su reacción.

- Pues ahora es tuyo, yo te lo regalo- le dijo tomándola de la mano e invitándola a entrar mientras le hacía una reverencia al más puro estilo romántico de los bailes del siglo XIX.

- Qué bobo eres. Ya quisiera yo que fuera mío- y acercó su cara hasta que sus labios rozaron la pelusilla rubia que cubría la mejilla de su amigo y muy lentamente con su voz más sensual dijo- mío y tuyo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, y su piel mostró la evidente contradicción entre un frío que erizaba su pelo y un calor que inundaba sus más íntimos rincones.

Clara echó a correr riendo alegremente, y él la siguió torpe, aún aturdido por el susurro que seguía flotando en el aire… tuyo y mío.
                                                                        -*-*-*-
Clara continuó su paseo alrededor del palacio. La mañana había amanecido igual a aquella que acababa de recordar, igual de fría, igual de nevada. Se apoyó en la barandilla y contempló a los distraídos patos que se balanceaban en el agua del estanque. Y junto a ellos vio su reflejo, dos ancianos.
El le preguntó en qué pensaba.
- Me sigue pareciendo precioso.
- Y siempre será tuyo, bueno tuyo y mío.

Asun®16 de febrero de 2013