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martes, 6 de noviembre de 2012

El llanto


El pequeño haz de luz que se colaba por la rendija de la puerta, deslumbraba más que nunca el interior del sótano.
Aunque alumbraba el mismo trocito de pared de siempre, hoy no era el mismo, era un inmenso rectángulo vacío.
Y el vacío era tan grande, que por primera vez deseó ser otra cosa distinta a lo que era. Ya no quería ser la orgullosa copia de un cuadro. Pintado por no se sabe quién, y no se sabe cuándo, ni dónde.
Ahora hubiera querido tener ojos, para cerrarlos y no ver ese lugar donde antes descansaba, tranquila y feliz, su compañera. Esa otra copia. Su preciosa sonrisa ya no se dirigiría hacia él, como cada día desde hacía tantos años. Y aunque no tenía ojos, no podía dejar de llorar, desde que aquellos hombres extraños se la robaron.
-.-.-.-.

-Aquí está otra vez este pequeño charco. Hemos revisado todo, no sé de dónde demonios puede salir, no hay humedades, ni tuberías, la temperatura es constante, y las paredes no han sufrido ningún desperfecto en su tratamiento aislante para no dañar a los cuadros. Y lo curioso es que lo que  parece gotear es este cuadro.

Los empleados del museo del Prado, revisaban aquella parte del sótano, de donde hacía unos meses habían trasladado el lienzo de la Gioconda española.





Asun®  3 de noviembre de 2012