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martes, 14 de agosto de 2012

Un verano extraño y diferente

     Este verano de 2012 ha sido así para mí, extraño y diferente. Diferetne porque ha sido el primero que he estado sin mi hija, y estar sin mi hija ha sido extaño, extrañísimo.

     En este verano en el que cada día aumenta el número de personas desempleadas y la famosa prima, se empeña en ser mas de "riesgo" que nunca, mi hija se ha empeñado en trabajar. Y como casi todo lo que se propone, lo consigue, porque lo hace a conciencia, haciendo gala de su preparación y responsabilidad. Por su sentido de responsabilidad, pensó que si las tasas universitarias subían casi el doble en el próximo curso, ella no podía quedarse de brazos cruzados ante el doble esfuerzo que sería para nosotros, sus padres. Bueno eso y que este año tiene el famoso viaje del paso del ecuador, el que tradicionalmente se hace cuando se ha pasado de la mitad de la carrera.

     Y aquí estamos en la playa como todos los años, con un mes por delante y sin la niña.

      Pero no es como todos los años, no es la misma casa ni la misma playa. En la casa hay una puerta, la de su habitación, que si está cerrada ofrece una extaña visión, y si está abierta la ofrece aún peor, se ve el vacío, se toca el silencio.

     Y la playa no es la misma tampoco, no es el mismo agua, no es su  sal, ni su  transparencia, no son sus espumosas olas incansables en su ir y venir, dejando a nuestros pies un rastro de blanco merengue, como si del borde de un pastel se tratara.

     Y no es el mismo viento, brisa suave que quiere acariciarte y envolverte en su frescor húmedo, y peina nuestros cabellos haciéndolos ondear delicadamente.

     Ni siquiera es el mismo sol, tan claro, amaneciendo como una bolita anaranjada, y llenando de color elhorizonte en una explosión de vida, como si todos los días fueran el primero, y fuera la primera vez que el mar se viste de azules, y las nubes de blancos y a la arena le presta una suavidad especial, cuando la deja libre de la humedad de la noche, tan seca y suelta como los finos polvos de talco, cediendo bajo nuestros pies.

     Pero nada es lo mismo, porque en el agua no juegan sus brazos al nadar, en brazadas suaves, mientras su rostro se hunde y vuelve a salir, respirando acompasadamente, deslizándose, arañando apenas la superficie del mar.

     No es lo mismo el viento, porque entre los cabellos que juega a enredar no están los suyos, que se volvían cada día más dorados, en contraste con su piel, cada día mas morena.

     Y el sol no pone reflejos en sus ojos, para pasar un tono de verde a otro, y dejarlos casi transparentes.

     Y la arena espera atrapar una huella conocida, pero que no va a llegar este año, porque su figura no se dibuja cada mañana en su correr por la orilla, en un ejercicio breve y elegante.

     Nada es igual este verano, tan diferente y extraño.

Asun 14 de Agosto de 2012