Páginas

sábado, 26 de noviembre de 2011

El verano en que conocí al nº 1 del tenis mundial

Aviso: Todos los personajes son ficticios,cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.
“El verano en que conocí al nº 1 del tenis mundial”

------
Gifs Animados - Imagenes Animadas


- Mamá, no sé qué hacer, reconoce que pasar el verano con vosotros no es ningún planazo. Aunque sea en Palma de Mallorca.
- Hija, cielo, has trabajado mucho este año, ni más ni menos que el primero en la universidad y has sacado adelante un doble grado, que es como quien dice dos carreras en una, y con qué resultados!!
-Bueno, no exageres, mira que eres pesada, cualquiera que te oiga…- no soporto cuando mi madre hace estos estúpidos comentarios
- Además te digo una cosa, vas a tener que venir digas lo que digas, tu padre lo tiene reservado desde hace meses. Así que prepara lo que te quieras llevar, ahí tienes tu maleta. Y vamos que ni que te lleváramos a un campo de concentración, te recuerdo que en Palma veranea hasta la propia familia real, no estará tan mal, digo yo.
- Sí mamá, lo que tú digas.
Y cerré la puerta de mi habitación en sus narices, sin dar lo que se dice un portazo pero lo suficientemente rápido para que lo pareciera.

Y en vista de las opciones que me dejaban empecé a revisar el armario. No tuve muchas dudas al elegir lo que me llevaba, sencillamente me lo llevaba todo. Y algo más que le sacaría a mi mamaíta en los días que faltaban para nuestra partida, que casualmente coincidían con el inicio de las rebajas.
Así que para dar fe de que había aprendido algo en mi añito de universidad hice una pormenorizada lista, un esquema, e incluso un pequeño balance de cuentas sobre el estado de mi “monedero-hucha” secreto.
----
Lo mejor de viajar a esta isla es que no se puede ir en coche, y que en una horita escasa estábamos bajando del avión en el aeropuerto de Palma. Como era temprano habíamos disfrutado de una vista privilegiada antes de aterrizar. A pesar de mi empeño en amargar el viaje a mis padres, tengo que reconocer que solo ese espectáculo del sol naciendo y marcando la silueta de las islas sobre un mar impresionantemente limpio y azul, y la alegría y plenitud que me hacía sentir, habría sido suficiente para justificar el viaje.
Pero en cuanto noté la mirada de mis padres me esforcé por poner la más insoportable cara de tedio que se me ocurrió. Y no sé para qué tanto esfuerzo, si mi madre ve a través de mí y sabe que estaba disfrutando tanto como ella del espectáculo.
----
Así que llegamos al hotel, nos instalamos y comimos. Mis padres, lo típico, a echarse una siesta. Y yo a merodear por la piscina, a ver qué se cocía en el ambiente. Había una terraza que se asomaba a la piscina, con unas vistas perfectas de lo que me interesaba a mi, los chicos. Pedí un café con hielo, y me lo fui a tomar a una tumbona entre el césped y unos columpios. Había diferentes grupos de gente de mi edad, chicos y chicas, pero claro, estando en las Baleares los que no eran ingleses, hablaban en alemán. Y yo así, sola a ver cómo me podía unir a ellos sin que quedara demasiado mal.
En esas estaba, cavilando un plan estratégico, cuando sin saber de dónde vino, sentí un estruendo y un golpe, seguido del hundimiento de la hamaca en que me encontraba y la sensación de que, como Rambo, no sentía las piernas.
Y gritos de todos los registros posibles, agudos, graves, asustados, y hasta cómicos, que hay gente para todo.
----
Hoy hay un revuelo especial en la clínica, a ver si alguien me cuenta que pasa. Bueno, no me lo puedo creer, periodistas y todo. No si al final salgo en la tele, con las piernas vendadas de esta manera, y el brazo hecho un mapa, y media cabeza rapada.
Me vienen a buscar para la rehabilitación. Y no me he enterado de lo que pasa. Lo mismo es alguien de la familia real, como decía mi madre. Alguien famoso es, no cabe duda. Es que esta clínica es “superbuena” ideal, ideal, en palabras del director del hotel, lo más mejor de las islas, lo que sea, no se reparará en poner los mejores especialistas a su disposición. Y Mi padre diciendo, que sí, que muy agradecidos, pero que es lo mínimo, que a saber si su hija volvería a ser la misma. Y yo tengo mis dudas, y eso que lo que me pasó no fue nada para lo que prometían encontrar debajo de semejante montonera de escombros.
Por favor, no puedo más, me duele cada día un poquito más, no un poquito menos.
Ay Dios! No puede ser! Aquí a mi lado, haciendo parecidos ejercicios a los míos, y con el mismo fisioterapeuta, ay! Me muero de vergüenza. Y el pobre, me ha ayudado a levantarme, porque me acabo de dejar caer en la colchoneta. Ahora Pablo, un chaval que normalmente me acompaña en mis ejercicios, mientras él hace los suyos le está pidiendo un autógrafo y haciéndose una foto con el móvil. En el autógrafo le ha dicho que deje bien clarito además del nombre, la coletilla de Nº 1 del tenis mundial!!! A lo que el pobre chico se ha negado. Mira pues es tan sencillo como dicen y más guapo, así de cerca.
Me presento, una vez pasado el soponcio, y cada uno contamos nuestro motivo por el cual pasamos el verano mallorquín entre aquellos aparatos gimnásticos, en lugar de chapoteando alegremente en la orilla del mar. Nuestro nuevo amigo y flamante campeón del último Roland Garros está aquí por sus ya habituales molestias en la rodilla. Pablo por su lesión en el torneo de vela, el mismo en el que participa su majestad el rey. Y yo, ejem, porque se me cayó encima la marquesina de la terraza del hotel en el primer día de mi llegada a Mallorca. Pero después de reírnos un rato, me dijo que me sienta muy pero, que muy bien el corte de pelo…
Bueno pues era verdad la clínica era de lo mejor, no había más que ver con quien me codeaba. Y lo pasé estupendamente, nos reíamos mucho y como suele pasar en circunstancias un poco penosas (sufríamos mucho con los ejercicios) desarrollamos una unión especial que perdurará siempre, aunque cada uno retomáramos nuestras respectivas, cotidianas (unas más cotidianas que otras) vidas.