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martes, 1 de noviembre de 2011

El amor perjudica seriamente a las matemáticas.

El Amor Perjudica Seriamente a las matemáticas.
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ERA mi primer año de carrera y no se me había dado tan mal. Me acuerdo, hace justo eso, un año que vine con mi madre a ver cómo era la universidad.
Mi madre supongo que como todas las madres es superpesada, que digo pesada, lo siguiente. Estuvo insoportable hasta que conseguimos tramitar la matrícula, que lo cierto es que costó un poquito, porque estábamos de vacaciones en la playa cuando se abrió el plazo y se suponía que por internet, te metías en la página de la uni y se mandaba la inscripción y todo tan rápido y sencillo. Pero naranjas de la china, la página se colapsó en los primeros 50 segundos ya que se ve que en pleno mes de julio y después de pasar por el final del bachiller y la selectividad, PAU que se llama ahora, todos los habitantes de este país entre 18 y20 años estábamos: ¡de vacaciones!
Y sobre todo yo en aquel lugar, con mar eso sí, pero sin nada, nada, nada más alrededor y sin tener un ordenador propio en casa. Así que me las tuve que apañaren aquel “ciber” del pueblo más cercano, que contaba con unos 5 ordenadores y por un módico precio por hora te podías conectar a la red. Ya hubo que esperar cola para conseguir ordenador, y luego lo de la paginita. Nos habían dado una clave muy sencilla y personal a cada uno: el DNI y la fecha de nacimiento. Pero por alguna razón la mía no entraba. Ni que decir tiene que el teléfono de atención al alumno estaba más bloqueado que la página de internet. Vamos que el mensaje saliente que respondía ya no era “todas nuestras líneas están ocupadas, inténtelo más tarde” sino “todas nuestras líneas están ocupadas, por favor no llame en los estos momentos” .
En fin consiguió mi madre hablar con alguien, que para eso es mi madre, la super insistente. Y averiguó que mi clave no entraba porque habían cogido mal mi fecha de nacimiento, así que pasé por arte de error a cumplir los años un mesecito más tarde, que total qué más da.
Y a fuerza de euros la hora en el “ciber” también conseguimos matricularme.
Ya de vuelta de las vacaciones fuimos como digo mi mami y yo a ver cómo era la universidad. Porque mamaíta quería que hiciéramos un simulacro de trayecto para ver lo que se tardaba y cuál era la ruta y transportes más favorables.
Menos mal que era agosto y no nos vio nadie, pues lógicamente en la universidad solo había una persona en la secretaría (aprovechamos para cambiar la fecha de nacimiento por la correcta) y un jardinero en el exterior.
Aquí me llevé yo un disgustillo: la que iba a ser mi segunda residencia los próximos 5 años no se parecían nada a mi idea de campus universitario: pero si no tenía ni césped…
Pero sí, al ver al jardinero me vino un rayo de esperanza y a la vuelta de la esquina del edificio de la secretaría se abrió ante mis ojos, no solo unos bonitos jardines, casi un parque, alfombrados de verde sino además una coqueta placita formada por tres edificios de estilo inglés donde estaban los aularios de mi carrera y de otras que se imparten allí.
¡Qué tiempos aquellos! Hace un año, ya digo.
Y ahora otra vez en junio estoy encantada con mi universidad y con algo (alguien) más que encontré allí. Que no solo de economía vive la gente…
Este alguien que se ha convertido en mi sombra me ha venido a buscar para salir un rato. Un ratito, porque tengo que estudiar el último parcial de mates que me queda para tener todo el primer curso aprobado.
Como es un amor mi chico me ha traído una rosa, tan blanca y tan bonita… yo no sabía que hubiera rosas así tan especiales…
Así que se la encomiendo a mi mami para que la ponga en agua y yo salgo pitando, que me espera mi sombra, digo mi chico abajo.
Mi madre tan obediente, y después eso sí, de espiarnos a través del visillo de la cocina, que se cree ella que no se nota, ha buscado un jarrón para ponerla y me ha dejado la rosa en mi habitación en el escritorio encima de mis apuntes, para que al volver me alegre la noche que me espera de estudio.
Y así ha sido, cuando he vuelto, un poquito más tarde de lo esperado (las 5 de la mañana) la he visto (la rosa) nada más entrar en mi habitación y me ha entrado un ataque de histeria incontrolable:
El jarrón debía estar roto y se había salido toda el agua empapando los apuntes y el portátil.
¡A la mierda mis apuntes!
¡A la mierda mi parcial de Rentas!
He gritado un montón a mi madre (a las 5 de la mañana) y la pobre mientras tendía los folios en la terraza murmuraba bajito: no es culpa mía…
¡Es culpa del amor, que perjudica seriamente a las matemáticas!

Asun , 11 de junio de 2011